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Carter frunce el ceño y no tiene el suficiente ánimo como pararse a descansar, observa el otro frasco que se salvo en el suelo, aun sellado y toma de este, viendo lo escrito que no logra distinguir y abre de él desesperada, asomando el contenido a su boca y el joven de cabellos dorados abre los parpados asombrado, parando en seco su acción.

-¿Ha perdido...?-Muerde su lengua y suspira, recobrando los estribos.-no se encuentra lo suficientemente bien y el reposo es elemental, la medicina que esta apunto de tomar, no es agua.

-Sólo necesito algo en contra del dolor de cabeza y unas vitaminas.-Se apresura a decir Carter sin meditar en sus palabras, llevándose una mirada curiosa del joven que supone ella que es médico por sus ropas elegantes blancas manchadas gracias a ella y al parecer quién la atiende.-doctor, por favor.

Suelta una pequeña risa tras el comentario de la joven concubina que él concluye rápidamente, queriendo dejar esa perspectiva de él, ya que seguramente en cuestión de minutos se enterará que no es lo que cree que es. Sacando unos frascos que gracias a su conocimiento básico cabe deducir lo que podría ayudarla, más no curarla.

Sin embargo por su vestimenta elegante, tan refinada como hermosa, no cualquier dama puede usar de ello, excepto...¿qué sea la hija del gran duque? Su madre ya le había hablado de esa mujer, que posiblemente quede como concubina de su hermano.

Sinceramente le causa curiosidad que una concubina de tal nivel social, se interese en un puesto tan bajo y por sus características, el porqué se encuentra ahí, no obstante, su belleza al lado de su piel morena y ojos alargados, tampoco es baja, a Jaden jamás le gustaría una mujer así, pero la preferencia comparada a las demás mujeres de nivel bajo, lo tiene ganado.

-¿Cuál es su nombre señorita?

Ni siquiera la voltea a ver mientras busca las medicinas para ella justamente, sin escuchar ruido en lo absoluto, frunciendo el ceño tras los minutos por la falta de contestación.

-¿Señorita?

Volteando su mirada hacia la cama vacía, soltando de los frascos y corriendo directo a la salida, donde no se encuentra nadie, ¿cómo pudo? Si se encontraba terriblemente mal. Quizás su examen si sea causa suficiente para ir con desespero, parecía importarle demasiado.

Caminando de vuelta a la cama, sin esperarse una nota escrita...

Escrita...

¿Qué idioma es ese?

Decidió optar con tomar de aquel papel y guardarlo, aún más curioso por aquella dama.









Carter toca varias veces la puerta desesperada y nadie le abre, tomando de la cerradura que esta bien asegurada, ¿llego tarde otra vez o terminaron rápido? 

-¡Maldita sea!-Golpea la puerta con furor tras el silencio de adentro, confirmando su sospecha que jamás quiso aceptar, tomando su cara con ambas manos y gemir de la desesperación, agudizando otro dolor en su frente.-Agh...

Cerrando sus parpados con gran fuerza al ver unas imágenes de un hombre de cabellos blancos y ojos azules verle con intensidad, como un recuerdo doloroso, tomando de sus manos y acariciando de estas, no, esos no son recuerdos de Carter, sino de Hazel.

Abriendo los parpados con furor.

-¿Qué sucede conmigo?-Todo se transformo en una pesadilla sin fin.

La culpabilidad surgir desde su pecho tras perder el segundo examen carcome su mente, palpando el peso de sus responsabilidades y la segura muerte de su pueblo, la familia de Hazel, aunque quizás ella no pueda verlos y jamás creció con ellos, le arrebato su lugar a Hazel.

¡NO!

  -¡Agh!-Tapa sus oídos tras el grito desde su interior.

Quizás jamás tuvo oportunidad de ganar, quizás era un paso en falso para recurrir al suicidio, ya que jamás fue suficiente para el príncipe Jaden, ni siquiera leyó en el libro que Jaden tuviera una concubina, todas desean fervientes ser pisadas por él menos Carter.

No, no puede esperar a que la muerte llegue a ellos, sin tan sólo llegará una carta con ellos y robar suficiente dinero del castillo, sería su única salvación.

¿La palabra de una inmigrante contra la emperatriz de la nación? Decir la verdad se consideraría una traición por donde se viera, su presencia, su sola cara es un insulto a la corte real, todo el mundo le desprecia, todos, excepto su familia.

Hasta la consideraron la más hermosa...algo que jamás ella misma se había visto en su vida, en la vida real, jamás la vieron de esa forma los chicos, sino la insultaban por pobre y miserable.

-No dejaré que tu familia muera Hazel y menos dejarme pisotear por esta asquerosa familia real.-Se pone sobre sus pies, de pronto recobrando las fuerzas y formar sus palmas en puños, suspirando profundamente.

La duda al surgir en la cabeza de Carter, es, ¿Si le propusieron ganar el puesto que era imposible de hacerlo? Fue una táctica planeada por la emperatriz, ¿con qué fin, tanto así los odia? Los insultos, el desprecio de cada persona que ve a Carter, la consideran todo menos hermosa, sino asquerosa y parásito, viviendo de otros cuando su familia no tuvo otra opción más que huir de sus países.

¿Arrancar la peste desde la raíz? No le queda otra duda.

La propuesta de la emperatriz era elegir entre muerte o muerte.

Se gira sobre sus talones y camina directo a su cuarto, llegando a los pocos minutos tras correr con desespero y tomar el primer plumón, escribiendo temblando la palma tras su intento absurdo de advertir, de altertar de las trampas de la emperatriz, sin embargo se detiene abruptamente al escuchar otra vez esa voz susurrante que una vez le grito.

Infiltrados...

Toma de la hoja, arrugando de esta y romperla en pedazos, cerrando sus ojos aguados por la impotencia y el miedo recurrir sus extremidades, sintiendo por primera esa soledad, esa inseguridad de entrar al palacio, a su misma muerte, condenando a su único pueblo que jamás la detesto.

Sintiendo la culpabilidad de no quererles, de dejarlos a su suerte.

Derramando lágrimas en el silencio de aquel cuarto vació.



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