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Carter no tuvo más opción que comentarle sobre la ubicación de la información de la emperatriz para poder obtener su ayuda, asintiendo Heather no muy convencida, pues claro, ¿por qué escogería un lugar cómo ese de tantos?

-Irás esta misma noche.-Manda Dixon, ambas en su habitación con la suficiente privacidad.

Carter abre los ojos del impacto, lo veía venir, pero no tan pronto, la idea le carcome los huesos y hasta el alma.

-¿Cómo estaré segura que nadie me verá? La emperatriz me tiene vigilada y hoy tengo que ir a la recamara del príncipe o levantaré sospechas.-Siendo honesta, hubiera preferido salir en la tarde para no ver a Jaden, quien seguramente la tendrá para su ejecución.

Quién Dixon traga duramente tras oír eso.

-No irás a su recamara hoy, tiene suficientes sirvientas para que le sirvan.-Suelta de pronto Dixon en amargura, elevando una ceja Carter por su negativa. No comprende que sus razones van más haya de cumplir un mandato o favor, cualquier palabra en su contra, no, cualquier cosa puede matarla si sale de Jaden.

-No existe nadie más que yo que desearía jamás volver a pisar su recamara, pero me veo obligada.-Baja su mirada notablemente triste.

Lo cual no convence ni siquiera un poco a Heather, ¿Quién no caería en sus encantos? No existe dama que no se resista y las salidas de Jaden con damas, no son nada más que un capricho, más lo que existe entre Dixon y Jaden va más haya de una amistad de años, sino un amor que pudo dar frutos de no haber sido por la maldita emperatriz.

Jaden la amaba realmente antes del suceso con la emperatriz, fue su primer amor.

Eso quiere Dixon, recuperar su confianza y su amistad, para que Jaden vuelva a quererla tanto como la quiso la primera vez, por eso mismo no se compromete con ninguna dama, por eso mismo no pasa más de una noche con la misma mujer, porque en su corazón todavía lo ocupa Dixon.

-¿Realmente no siente nada por su majestad?-Cuestiona Heather ansiosa.

Abre los parpados Carter sorprendida por su pregunta, elevando la mirada.

-¿Cómo podría yo, a usted?

Se sobresalta al sentir las palmas de Heather encima de las suyas, suavizando su dura mirada por una compasiva.

-Sé bien que una dama puede sentirse atraída por el príncipe, pero él no es alguien que se comprometa y menos se enamoré, no me enojaré si es honesta.

Carter traga duro y quita su tacto con el de ella, ¿Cómo no podría enojarse? Cualquier dama enamorada ardería en furor si escucha a alguna dama declarar su amor a la persona que más ama. Esquivando su mirada nerviosa, jamás ha tenido una conversación como esa, porque ni siquiera ha tenido amigas, pero le resulta realmente incómodo tocar ese tema con la persona que le gusta.

Pero por alguna razón siente que no podrá salir de ese cuarto si no es honesta con ella.

-Supongo...que es apuesto su majestad,-Enrojece hasta las orejas tras decir aquello, maldiciendo en sus adentros por tener un cuerpo tan expresivo, parecerá enamorada cuando no lo es, pero es su primera charla íntima.-sin embargo mi corazón ya pertenece a otra persona.

Quizás sea verdad, después de todo, Hazel fue quién entrego su corazón, su vida y su amor a la persona más importante, tras volver a sus recuerdos, puede sentir en la punta de sus dedos ese fervor con tanto anhelo que sentía por tocarlo, abrazarlo y verlo, cómo él hacia ella fue capaz de dar su vida, que su decisión sumamente difícil tuvo que involucrar a la persona que más amo.

-Cedric, Cedric es su nombre.-Sonríe Carter con tristeza.

Suspirando Dixon.

-Bien, será mejor que inventes alguna excusa para salir lo antes posible de su recamara, pero cumple la función principal, ordenar su cuarto.-Ordena.

-Señorita Dixon, la emperatriz me ordeno estrictamente espulgar sus cosas, ¿Cómo podría yo...?

-No te preocupes por eso, yo me encargaré.

Asintiendo Carter en un gran alivio por tener una ayuda realmente necesaria, sin tener que cargar todo ella sola.

-¡Gracias!







Parecen que han sido semanas que no a vuelto a poner un pie en la recamara del príncipe, le resulta tan extraño cómo tenebroso, es como caminar entre un campo lleno de minas, cualquier paso en falso, es la muerte segura, girando de la perilla sin una persona al otro lado, llevando con sí su falda larga debajo de sus rodillas, más cómoda.

-No me tomará mucho tiempo.-Se ánima, quizás pueda terminar antes que él mismo de un paso dentro, corriendo hacia su cama y tomar de las sábanas, posando en otro lado todas las almohadas mientras sacude de las telas, doblando, acomodando y dejando como nuevo el cuarto, pasando trapos por cada mueble, acomodando los papales regados en su escritorio y barrer por último el cuarto.

Pasando a lo largo de su frente el sudor hasta su cuello y suspirar sin ánimos de seguir, pero le faltan las almohadas, farfullando en lo bajo por el maldito trabajo a causa de sus intentos por sobrevivir que fueron en vanos.

Tomando de ellas con furor y tirar con suficiente fuerza de ellos contra la cama, aprovechando la soledad de este y poder expresarse como tanto desea, sin usar el "usted o su majestad".

-¡Maldita sea!-Revienta desde sus adentros.-¿Cree que puede amenazarme, con mi vida?-Tira de otra almohada con furor, cayendo de esa en el suelo.-Fue una estupidez mentir con mis sentimientos, yo jamás sentiría absolutamente nada por hombre cómo eso. Al menos Cedric fue fiel hasta el último momento, pero usted, más usado que un tren.

Escuchando unos pasos abruptamente, que la desconciertan por completo, girando su cuerpo sin suficiente tiempo para reaccionar cuando su cuerpo es jalado con brutalidad hacia un hombre alto, con cabellos negros alborotados y sus iris dorados radiantes de furia.

Abriendo Carter los parpados abruptamente por su presencia.  

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