Se abren las puertas bruscamente y se golpean entre sí, dando paso largo al admirar el primer adorno con flores y tomar de él, tirando de este al suelo abruptamente al volverse añicos y sus ojos nublarse de las lágrimas retenidas, sintiendo su corazón punzante matarla por la melancolía, la rabia y la traición de ambos.
¿Quiénes se han creído, por qué juegan con ella de esa manera?
Admirando los adornos de su recamara y tirar de ellos al suelo directamente, volviéndose loca, loca por toda la situación, ¿Qué podía hacer ella para evitar lo inevitable, cómo puede regresar de la vida a alguien que ya esta muerta?
-¡Aghh!-Estallando en lágrimas amargas por todo su rostro pálido, cayendo sobre sus rodillas y sentir pequeños pedazos de cristal internándose por su piel, importándole menos, sollozando tras admirar esa escena que ni un veinte años imagino ver, sus labios en otra mujer que no sea ella.
Bajando su estatus, su lugar y apellido para estar en una posición de concubina, cuando a lo mejor pudo ser la emperatriz, pero su majestad jamás permitiría eso, creyendo que haciendo algo tan humillante como eso podría perdonarla, ya no encontrando la manera de obtener su perdón.
Cerrando sus ojos con dolor absoluto, sin idea de cómo enterrar esa melancolía que por años ha llevado cargando tras su espalda, sin descanso alguno y hasta a decepcionado a su amado padre por su estúpido amor ciego hacia su majestad.
-Por poco, solo por poco podré obtener el perdón de su majestad, me falta tan poco.-Se murmura para sí misma al contar los minutos para poder tener la libertad en sus manos y él sea su libertador de quién él mismo la aprisiono en ese amor y dolor por tanto tiempo, sin embargo las ganas y rabia por la acción, mentiras de Hazel, no tienen precio alguno.-Me trato cómo una estúpida...
Agitando su pecho del dolor.
De pronto una persona más se integra a su cuarto sin tener la espera de ello, con una voz petulante y para nada agradable, torna en ambiente más pesado.
-Que desagradable vista...
Girando su mirada hacia su dirección Heather de una manera muy cansada, de todo, de todos.
-Considero la privacidad lo más valioso de este reino completo.
-Y yo lo qué pensará Hazel al ver este desastre que hiciste y tu rostro, dios...
-Vino a advertirme o admirar mi rostro, en ningún momento acepte su informalidad de hablarme de esa manera.-Expresa en rabia.
-No necesito consultarte nada.-Se retira del cuarto, dejándola sola.
Cerrando de sus ojos y suspirando al jalar de sus cabellos frustrada, jamás imagino que todo resultaría ser tan difícil, sabe ocultar sus sentimientos y emociones con facilidad, pero simplemente hoy exploto como las primeras veces.
-Sirvientes, limpien todo ahora.-Manda, poniéndose sobre sus pies y ellos inclinarse ante ella.
Deberá tragarse sus insultos, sus emociones como muchas veces lo ha hecho por su bien, por el bien del reino y su apellido, sin embargo por un momento explotaron sus sentimientos tras la traición, las mentiras y la maldita falsedad, si bien quiere ayudar a Hazel y ese fue su motivo desde el inicio, deberá seguir con el mismo plan para obtener el perdón de su majestad.
Ella lo pagará viendo cómo regresa Jaden a brazos de Dixon, con sus propios pies.
Carter no sabía cómo sentirse al respecto y cómo tener cara para pedirle a la señorita Dixon de su ayuda. Seguramente la debe odiar, detestar y mejor para ella si no le extiende su mano, los nervios, el sudor que resbala a lo largo de su frente le alerta lo peor, su respiración acelerada aumenta con el latir de su corazón apurado.
¿Qué puede salir mal?
Todo.
-Moriré aquí...-Se murmura pálida.
No, no hoy que es su única día para que pueda huir con seguridad, mañana es el último día de examen y su sentencia a muerte, no puede quedarse de brazos cruzados apesar de haber sido la peor amiga, esto no sólo le beneficia a Hazel, sino también a la señorita Dixon.
Ella no puede negarse al último segundo, no, no después de estar tan cerca del perdón de su majestad...
-Soy lo peor...-Cierra sus ojos con gran pesar, ligarse a un sentimiento tortuoso de amor no correspondido, con una falsa esperanza de solucionar todo con derrocar a la emperatriz, ya que después de todo, Carter nunca regresará, de milagro su sola existencia dentro del palacio es misericordia misma de Dios.
Ella no desea morir aquí y la idea de derrocar a la emperatriz la acobarda por completo.
Estando paralizada frente a la puerta de la recamara de la señorita Dixon, la hija del gran Duque, cualquier castigo soportará, hasta ser azotada, no le importa con tal de qué la señorita pueda desahogar sus emociones, tragando duro al momento de impactar su puño en la fina madera varias veces.
Junto a un silencio tortuoso.
-...
Pasando así los segundos más lentos de su vida.
-Adelante.
Abriendo las puertas admirando el lugar donde estuvo hace pocas horas, completamente ordenado y sin señales de cambios, admirando una mujer cansada, con la mirada pérdida en algún lugar de la gran recamara, sus parpados hinchados, sus mejillas pálidas y sus finos labios rotos.
Eso le destroza el corazón por completo.
Cayendo sobre sus piernas y tapar sus labios en impacto total.
-¡Castígueme por favor, azóteme, no merezco su sola atención!-Exclama con temor completo, porque de otra manera no podría desligar esas emociones negativas de la señorita hacia ella.
-¿Castigar, azotar...-Repite sus solas palabras y se pone sobre sus pies, pasando a lo largo de la recamara con la mirada frívola de emociones, porque la camuflan la irá y la decepción, parece ser que la dama Hazel no reconoce su lugar y su posición, ¿Siempre se burlo de ella y su amabilidad?-no basta con estas emociones desbordantes y crueles, para sumar una actitud patética cómo tal, dejarme comparar con usted? ¿Castigar, considera mi perdón con un castigo?
El cuerpo de Hazel se estremece por completo al oír esas palabras, no parece ser la misma Heather que conoció, sino una fría y muy reservada Heather, con una actitud de superioridad aplastante. Sin embargo por alguna razón comienza a temer tras traicionar su confianza, lo que hizo no estuvo nada bien, empezando con prometerle siempre serle fiel.
Por su amistad.
-¡No, cómo podría yo!-A este punto ya no sabe qué decir.
Extendiendo Heather la mano hacia la barbilla de la señorita y elevarla a su mirar tras estar gacha todo el tiempo, con fuerza tras la negación, de un solo movimiento subirla y un dolor punzante incomodar a Carter, tragando duro por su comportamiento.
-Su único deber será traerme esos papeles y con sus propios pies; y manos, entregarme de igual manera al hombre que ama.-Tira de lado de un movimiento el rostro de Carter tras soltarlo, en rabia total, abriendo los parpados bien grandes Hazel, punzando su pecho con mayor insistencia tras oír eso.-Con eso debe bastar para aliviar mi rabia.
Palideciendo al admirar sus iris azules radiantes bajo la luz de sol y sus cabellos dorados moverse al compás del viento.
-Si...su señoría.
Creando la imagen perfecta de una ama hablando con su esclava.