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Fijando su mirada sombría en cada paso que dan en los oscuros pasillos, logrando oír los zumbidos de sus pies al tocar el suelo, cayendo en pequeños ecos en la profundidad, perdiéndose entre ellos y su rostro sin expresión alguna de pronto debe acoplarse a la situación actual.

Le resulta difícil, no, imposible, pero si se trata que en cuestión horas muera, no se quedará de brazos cruzados.

Luego de pasar días dentro de su cuerpo, de alguna manera no era de todo mentira que algo dentro de sí si estaba muriendo, pero saber bien qué le resulta complicado, un mal, algo que no puede identificar la estaba carcomiendo que sentía que si no salía de ahí, podía desaparecer.

Por suerte pudo salir a tiempo.

Pero, ¿Escapar de qué? Un escalofrío recorre todo su cuerpo de la sola idea de sentirse controlada todo el tiempo tras esa oscuridad sin fin que se acoplaba a su diario vivir, encarcelada, si su fin era morir desde un principio por el bien mayor, pero la supervivencia humana tras despertar la obligo a luchar con tal de seguir respirando.

Los pasos y las altas paredes dejan mucho que ver, jamás imagino ver con gran detalle de la cerámica brillante y lisa, al igual que los inmensos cuadros de pinturas a mano de diferente diseños, desde frutas a recuadros de la familia real, admirando en uno de ellos el rostro sin vida de la emperatriz, tan seria, tan fría como siempre.

No se imagina la idea de enfrentarla de cara sin el terror y la ganas insoportables de matarla.

Sin embargo no planea para verlo.

De pronto unas puertas son abiertas y ellos se adentran a la recamara del príncipe Jordan, tragando duro ante el tiempo nulo que fue recorrer los pasillos que parecían largos a su perspectiva, cuán equivocada estaba, al ver la mirada hambrienta del hombre frente suyo con las ropas manchadas de lodo, tierra, sin embargo con una desesperación latente por desvestirla.

Sobresaltando todo su cuerpo por su descarada mirada que la correcorre de pies a cabeza, lo cual le desagrada a ella por completo, sintiendo repulsión inmediata.

-Su majestad, sus ropas, debe limpia...-La interrumpe brutalmente tomando de su muñeca y tirar de ella salvajemente contra la cama, abriendo sus parpados con impacto al sentir las sábanas en su espalda.

Dirigiendo su mirada hacia el hombre que esta de pie en frente suyo y con las puertas que aun no ha cerrado, se quita de su traje blanco bruscamente, saliendo a volar un botón que otro en el viento, tirando de la tela media rota al suelo y Hazel palidecer al ver sus músculos trabajados, su pequeña cintura y sus bíceps, su piel es blanca también en esa área.

-¿Ahora le parezco limpio?

Por poco a adentrarse a la cama, Hazel retrocede instintivamente en temor tras por poco se tocada por él, mientras el príncipe ladea una ceja confundido. 

-¿Planea dejar las puertas abiertas su majestad?

Logrando escapar de una situación que la pondría en peligro por su desagrado, es que nada le atrae de él, quizás desde un principio claro es atractivo, pero tiene los mismos ojos de la emperatriz, cabello, labios, cada cosa de él la recuerda a ella, es imposible que sea un hombre bueno.

Tiene que saber todo lo que hace su madre.

Jamás podría confiar en él.

 Girando su cuerpo para cerrar de aquellas puertas inmensas, aprovechando Hazel para buscar entre sus gavetas con rapidez, regando entre sus cosas algo que la pueda ayudar para que pierda el conocimiento, sin embargo se topa con un frasco de pastillas, ¿Para qué serán?

No obstante, escucha cuando ambas puertas se cierran, sin darle tiempo de admirar de qué son las pastillas, sino saca unas y las esconde. Girando su cuerpo a tiempo cuando él ladea su rostro para contemplarla rendida en la cama, a su merced, se pregunta de nuevo, ¿Estará bien ser como su hermano?

No tener que pensar en ser recatado y correcto, ¿sino dejarse llevar por sus impulsos, por esos deseos impuros que por poco lo carcomen? Desde que vio por primera vez a Hazel le pareció extraño, inusual ver una mujer de su clase andar por el castillo, pero aún más el interés de su madre con ella y Jaden igual.

Llamando sin querer su atención también.

¿Qué tiene esta mujer que les atrae tanto?

Posando su peso sobre la cama inmensa, posando sus piernas sobre ella y tomar de la muñeca de Hazel esta con delicadeza, tocando de sus finos dedos que parecen como si estuvieran apunto de romperse con una pequeña fuerza de su parte, comparado con sus dedos anchos y cuadrados.

Pasando ahora a su muñeca y brazos supremamente delgados, finos, pero con una tez morena, quemada por el sol tras tener que andar seguramente en el campo, tragando suavemente al admirar sus clavículas resaltadas y ese vestido que se ajusta de manera justa en su figura que lo alienta a seguir.

Sin embargo de un momento a otro lo sorprende la iniciativa de Hazel al pegarse ella a su cuerpo, posando sus brazos en sus hombros y tener que elevar la mirada para encontrase con aquellos iris cafés y sus ojos diminutos, bajando la mirada a sus labios finos de igual manera.

-Su majestad...-Murmura ella con un tono que él jamás imagino escuchar, que provoco una corriente electrizante recorrer toda su espina dorsal.

Bajando su pequeña cintura hasta impactar con una entrepierna lo suficientemente despierta. Gimiendo a lo bajo Hazel tras sentir al príncipe tan encendido solo por eso, dilatando las pupilas de Jordan al instante y este al no querer ser espectador, toma del cabello de Hazel impactando ambas bocas, demasiado encimado para ponerse a admirar los detalles de su actuación.

Tomando de su pequeña cintura y aprisionarla a su gusto, bajando su palma para acariciar el glúteo de Hazel bajo las telas, ella tragando duro al sentir su frialdad en su piel cálida, apretando su agarre mientras intenta seguir su beso apresurado y este al sentir su cercanía, su calor y por primera vez la piel de una mujer con la suya, la desesperación lo domina, empujando de ella contra la cama y él posarse encima suyo, ella abriendo los parpados del impacto.

-¿Su...su majestad?

Ni le deja terminar cuando toma de ambas piernas y las separa a su gusto, ella admirando un bulto lo suficientemente encendido como para su gusto, aunque de hecho el príncipe no besa mal, si no muy bien, pero ella no esta preparada para eso, no, todavía no, es muy pronto.

Detente.

¿Qué?

Cayendo de pronto el cuerpo de Jordan encima suyo de forma abrupta, inconsciente.

¿Funcionó?

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