Jala cómo puede unos tubos que conectan con el cloro que se encarga de desinfectar la piscina, que a su vista es inmensa, tan larga cómo ancha, capaz de retener a cien personas dentro y sobrando espacio, mordiendo su labio inferior ante las burlas constantes de sus compañeras con su cuerpo que por desgracia, el traje de baño no puede ocultar, cómo su gordura.
¿Será que en sus sueños es delgada cómo tanto quiere ser?
Suelta una pequeña risa ante la idea.
-No, imposible, que tonterías digo.
Antes de ingresarlos, toma de una herramientas con hilos entrelazados que dejan pequeños hoyos, tomando del largo palo que permite llegar hasta los extremos, hundiendo de este y permitir agarrar hasta las más pequeñas basuras, tomándole unas dos horas terminar la primer tarea.
Su corazón late con frenesí por el duro trabajo, suena fácil, pero intentar no caer mientras lo hace, es casi imposible, siendo la parte de los tubos la más sencilla por así decirlo, pero la hora que resulta ser ahora, no, no le dará tiempo para ir a la bendita biblioteca.
-Necesito ir realmente, pero no puedo dejar esto tirado, toma otra hora que el líquido se disperse en la piscina.-No es cómo si realmente le importará el castigo, pero qué ha dicho, si, una hora es lo que necesita exactamente.
Hace un puño con su mano contenta y observa que son las cuatro, justamente cierran la escuela a las cinco, a sí que, si deja los tubos conectados y encendidos harán su trabajo, el tiempo de Carter esta en sus manos, no le da más vuelta y apacha el botón del motor, saliendo de la escuela a zancadas, sin importarle que tenga todavía el uniforme de física.
Toma el primer bus que va directamente a la biblioteca, dejando las monedas al chofer al subir y se sostiene del metal duramente mientras los minutos transcurren, justamente quince para llegar a su destino, bajando de este cuando el chofer se detiene y Carter le agradece, escuchando cómo se aleja tras las bocinas de los demás carros.
Mueve sus piernas a dirección a la gran entrada del edificio, moviendo de las puertas y presentar su carnet estudiantil para permitirle la entrada, agradeciendo e inclinando su cabeza, mientras recorre los largos pasillos en busca de la sección histórica, mirando su reloj de mano y los nervios le saltan al mirar que ya han pasado treinta minutos, acortando quince para su regreso, oh no.
Juro apurarse todo lo que podía, pero el tiempo se le va de las manos.
De pronto se le ocurrió una estupenda idea, alquilar el libro, no traía suficiente dinero con ella, pero algo es algo, en el camino podría leerlo si no se puede en la escuela. Buscándolo con el nombre "Rey Jaden Gray Beckham" recordando perfectamente el título, posándose en sus ojos justamente ese libro que sin extrañarle esta repleto de polvo nuevamente.
Toma de la gruesa portada y sin tomar en cuenta que mancha sus manos, corre a dirección con la secretaria de la biblioteca, siendo para su suerte, que no había cola.
-Alquilaré este libro.-Le posa el libro sobre la mesa y ella lo observa, marcando algo que la computadora, buscando el título, extendiendo su mano.
-Tú carnet.-Ella asiente y se lo entrega, tecleando nuevamente en él.-Serán cinco dólares, si no lo devuelves a tiempo, se pondrá una multa.-Explica la secretaria, si, Carter sabe muy bien de porqué del precio inicial, por daños o pérdidas, se pueden recuperar con esa garantía.
Carter saca con supremo dolor sus cinco dólares y se los extiende, tomando ella de ellos y le da el libro, tomando Carter de este feliz.
-Muchas gracias.-Con eso sale corriendo de la biblioteca y se para en la parada de buses, ya que conlleva otro tiempo esperar al bus, admirando que ya han pasado cuarenta minutos.-Diablos...
La desesperación le carcome la punta de sus dedos y los segundos le parecen eternos, admirando cuanto por poco para un bus, a unos metros de distancia lo bastante largos, lista para decirle que pare, sin embargo su campo de visión le es interrumpida cuando frunce el ceño al mirar una figura alta y regordeta, con una pestilencia que jamás podría olvidar.
Retrocediendo con furor y los látidos de su corazón aumentan sin compasión, gimiendo en lo bajo al mirar sus ojos felinos cómo los suyos, sus cabellos lisos y castaños, tanto que se parece a su padre y ni al verla, puede verse a sí mismo, para desgracia de ella, ella si se ve en él.
¿Cómo llegó aquí?
-He esperado por tantas malditas horas y sé que en esa estúpida escuela te mandan aquí.-Escupe cada palabra con repudio, que hasta su voz parecía olvidarse, cómo si el tiempo fueran grandes pesas para ella, pero por alguna razón pensó que se había librado de él, que tan equivocada estaba.-Te robaste las cosas que te di, te robaste cada mísero centavo y a dónde sea que vayas, la ley siempre estará de mi lado.
Las piernas de Carter tiemblan del terror que transcurre por todo su cuerpo, paralizada nuevamente, sin poder emitir un sonido de sus labios, no, su padre sabe perfectamente donde podría estar viviendo, donde frecuenta y llamará a la policía, seguirá a su lado, en contra de su voluntad.
-...
De pronto es alzada en el aire por el puño de su padre al tomar de su cuello con suficiente fuerza, gimiendo Carter en lo alto, pataleando y admirando que nadie socorre por ella, sino las miradas espantadas de las personas, deciden huir antes de ayudar.
-Maldita desagradecida.-De pronto el bus suena en la parada y abre sus puertas, subiendo las personas a este y la oportunidad se presenta ante Carter, moviendo por primera vez su cuerpo tras en trance de terror en el que se veía envuelto su cuerpo, pateando su estomago y este suelta de ella, cayendo abruptamente contra el suelo y toser tras la irritación de toda su garganta, poniendo todo peso sobre sus pies y correr directo al bus.
Sube de este y las puertas se cierran, admirando a su padre cómo se aleja cuando arranca el bus.