-Cámbienla de ropa, antes que el concejal venga.-Ordena la mujer mayor y siente como varias mujeres toman de sus hombros, empujando con fuerza de sus manos, pero no se siente fuerte, sino hasta su agarre cuando se afianza le duele con delicadeza, diablos, ella no es así de débil, ¿Al despertar su cuerpo se siente así, es normal?
Sacude sus extremidades, pero toda lucha es inútil, es ineficiente con su cuerpo.
-¡No soy Hazel Foster!-Exclama, obteniendo su atención, girando su cuerpo, tanto rellenita por los años que carga encima, porque se ve que es bastante mayor, pero eso no le da el derecho de arrastrarla, como si fuera algo de su propiedad, solo vino a pedir indicaciones.-Dios, no soy esa mujer de la que habla.
-Sino eres Hazel Foster, significa que no soy tu madre.
-Si, ¡Exacto!-Asiente Carter, sonriendo al notar que lo ha captado, sin embargo mira a las mujeres que siguen tomando de sus brazos, incómoda.-¿Ya pueden soltarme? Retiraré los cargos, no se preocupe.
Realmente me está asustando esta gente.
-No estoy para tus juegos ahora Hazel.-Se gira, marchándose y observa Carter cómo se aleja frente sus ojos mientras es arrastrada. Sellada de sus labios, incapaz de moverse por lo petrificada que se encuentra, sin embargo ese no es el peor paso, sino cuando la sientan enfrente de un pequeño espejo.
Eleva la palma de su mano, palpando su piel sin un poro abierto, sin espinillas y arrugas, como si hubiera rejuvenecido cinco años, sonriendo encantada con el cambio, al igual que su cabello...¿Largo? No, ella lo tenía hasta la nuca, jamás se dejo crecer el cabello porque se burlaban que parecía gorda de su rostro por cachetona que es.
-Mi cabello...-Murmura, tocando las hebras castañas oscuras y brillantes, con un mejor aspecto que su pelo corto, ondulado y como le llega hasta la cintura, aún húmedo.-Imposible.
-Señorita, se ve al espejo como si fuera la primera vez que se mira.-Añade la chica que le hablo por primera vez, considerando Carter que si puede ser el cielo o qué más sería, porque el presente, su vida, no, no es. Tiene el mismo rostro, el mismo cuerpo pero ella sufría de acné y algunas arrugas, no digamos ojeras, al igual que el cabello reseco.-No me asuste.
De eso nadie se olvida.
-¿Dónde me encuentro?-Suelta de pronto, confundiendo a la chica aún más.-No, ¿Qué año es?
Es imposible, no puede ser posible, que mis sospechas no sean ciertas, no, por favor, no.
-¿No sabe dónde se encuentra o el año señorita? Por favor, qué le sucedió que viene toda empapada, no tiene idea cómo su madre esta por su culpa, temo por su salud. Peor aún, que no ha preguntado por...-De pronto interfiere otra chica, empujando con quién estaba hablando, con rizos dorados y unos ojos verdes.
-Esos asuntos son insignificantes ahora Stella.-Arremanga sus muñecas y comienza a quitarle el vestido, sin poder rechinar, con todas estas chicas adentro es imposible que huya, ¿A dónde? No tiene ni idea.-Es más, señorita tiene suerte de no ser castigada, sólo porque vendrá el concejal.
-¿Concejal?-Ambas me observan con los parpados bien abiertos.-Es que al ir al río, me he resbalado, cayendo mi cabeza en una roca, olvidando unas cuántas cosas.-Finge una risa que por cierto le sale muy mal, Stella rodea los ojos molesta y a la otra chica le preocupa de gran manera, corriendo a revisar su cabeza pero Carter la aparta nerviosa.-Que ha sido pequeño golpe.
-¿A olvidado sus deberes y obligaciones señorita Foster?-Pregunta Stella, con una cierta molestia y con una ceja elevada, asintiendo Carter incómoda ante su latente mirada.-El concejal vendrá a recogerla, junto a unas mujeres más de los pueblos.
-Ha sido elegida por el pueblo para ser la concubina de la corona real.-Comenta emocionada y sonrojada la chica que por el momento le ha caído bien a Carter.-Pero tendrá competencia con otras damas, escogerán a la mejor, será un enfrentamiento fuerte.
Su rostro pierde todo color al tal mención, no, peor aún, creyendo ridículas tales palabras, ¿reino, concubina?
-Ese no es el punto Lucy.-Reprende Stella. Haciendo una seña a las señoritas para se retiren y nos dejen a solas, dejando a Lucy también, al parecer me comentará información que no debe ser infundida. Tardando segundos cuando cierran las cortinas de esta casa humilde, caminando Lucy a la entrada para verificar que nadie entre.-Tiene una misión.
-¿Una misión?
-Los emperadores de nuestra nación están preocupados por la sucesión al trono, el próximo rey.-Peina su cabello, haciendo un bello peinado que no le ha tomado mucho tiempo, poniendo unos que otros polvos en su rostro y tinte rojo en sus labios.-La dama que sea escogida estará en la recamara del príncipe Jaden Gray Beckham.
Sus mejillas se calientan cuando le termina de quitar las últimas ropas y le pone otras, de un rosa pálido, pequeños dibujos de flores rosadas, con fondo blanco, da como un aire inocente y confiable, luciendo hermosa en él. La tela es cómoda, al igual que diferente al resto de damas de este pueblo, cuestionándome si es pobre aquí o no.
Seguro que sí, las desgracias me persiguen.
-La gran reina Lucrecia le encomendó la importante tarea de juntar toda la información posible del príncipe y así lograr su objetivo, poner a la corona al príncipe Jordán Beckham.-Su corazón palpita con furor al reconocer esos nombres, esas palabras y cómo todo encaja al resumen que leyó antes de morir, regresando a su mente el libro donde dejo los escritos, pero jamás la parte que la concubina ayudo a quitarle el trono a Jaden.
-Si su hijo el príncipe Jordán, el primogénito, su sucesión viene siendo por derecho.-Añade, recordando que sí, Jordán no merece el trono porque no es hijo legítimo de la emperatriz verdadera, por eso mismo no tiene derecho y encontrar algo que inculpe a Jaden sería la estrategia perfecta, pero eso le costaría mi vida.
Por supuesto, nadie conoce la historia verdadera, todos creen que Lucrecia es la emperatriz y que Jordán y Jaden son hermanos de sangre, la información falsa que ha circulado los tienen a todos comiendo de sus manos, todos excepto los emperadores, los príncipes y Carter.
-Ese ya no es asunto nuestro, recuerde señorita, la vida de este pueblo peligra si no cumple la misión, no sólo su vida, sino la de su madre y todos de aquí.-Da por terminado mi arreglo y Carter se pone sobre sus pies, tragando duro al escuchar todo eso, significa que no tiene opción, la emperatriz Lucrecia es alguien realmente peligrosa.-Por eso mismo su madre estaba más que molesta, asustada de lo que le puede ocurrir a todos, nadie le es más difícil que a ella entregar su única hija.
-¿Preocupada por mí?-Sus ojos pican de pronto al oír esas palabras, recordando su madre, cómo extrañaba su madre y el cariño que le daba, rendida a jamás volverla a ver.
Sonríe Stella con cariño.
-Fue la primera en oponerse que fuera usted la elegida.