17. Tus labios saben a Menta

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Naike se miró en el espejo y no podía dejar de abrir la boca sorprendida. El disfraz era una puta pasada. Lo era. Y lo sabía porqué su amigo se lo había elegido. Adam abrió la puerta del dormitorio. Estaba muy guapo con su disfraz de Enrique VIII. Se apoyó en el marco de la puerta y la miró de arriba a abajo.

- No le des más vueltas -le dijo él- estás terriblemente atractiva

- ¿En serio?

- Si. Me dan ganas hasta de follarte...

- Vale, entonces esa es la sensación que doy. Genial...

- Mira tonta -Adam se acercó a ella. Se puso detrás y la abrazó- ¿sabes lo que veo cuando te miro? Veo a una chica que es guapísima, que lleva un disfraz de campanilla sexy que le queda divino y que todos la miraran esta noche de lo buena que está. Y si, algún que otro va a querer follarte esta noche...pero sólo querer...se la vas a poner dura a más de uno Naike. Siéntete poderosa, eres mujer, puedes hacer lo que te dé la gana con quien te dé la gana. Tu coño manda.

- Bueno, si lo dices así, me lo acabaré creyendo...

Naike volvió a mirarse en el espejo. El vestido era verde de palabra de honor. El borde del vestido le llegaba más arriba del muslo. Las sandalias eran verdes y llevaba en la espalda hasta unas alas y todo. La peluquera de Adam le había hecho un moño alto con algunos mechones sueltos. El maquillaje era discreto. Había acentuado sus ojos delineandolos con una raya verde con purpurina. Los labios de color rosa chicle.

Tenía que admitirlo, se veía demasiado bien

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Tenía que admitirlo, se veía demasiado bien. Suspiró nerviosa. Quería ver si este disfraz le confirmaba una duda que tenía. Duda que resolvería cuando viera a Sergio. Adam la dejó para ir recibiendo a los invitados.
Volvió a mirarse en el espejo y al fin se dio el visto bueno. Su móvil sonó con un mensaje. Era de Susana. Ya habían llegado. Venían ellas dos, Sergio y Eric. Naike llevaba aquí desde que salió de trabajar esta mañana. Había pasado un rato muy divertido con Adam ultimando los preparativos de la fiesta y vistiendose con sus disfraces. Salió del dormitorio y cerró la puerta. Andó por el pasillo en dirección a la escalera. Ya se escuchaba el murmullo de la gente abajo. Adam había invitado a muchos compañeros de la profesión y a sus amigos de Londres. No era una fiesta de compromisos profesionales. Era una fiesta entre amigos. La mansión estaba decorada en un gran derroche de fastuosidad. Todo a lo grande. Como le gustaba a Adam.

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Eras tú lo que quería (Cross 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora