50. Nadie toca lo que es mío

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Naike miraba a Sergio temblando. Se mordía el labio nerviosa. Empezó a llorar sin poder evitarlo. Sergio sintió como la rabia le consumía. Estaba furioso. Apretó sus puños clavándose las uñas en las palma de la mano. Tenía ganas de golpear a alguien, alguien con nombre y apellidos. Sintió tanta cólera en sus venas. Quería destrozar a Oliver. Si lo tuviera ahora mismo delante no sabía de lo que sería capaz.

- ¡Hijo de puta! –gritó Sergio arrojando el vaso que tenía en las manos en el suelo. Naike dio un respingo de la sorpresa- ¡cabrón hijo de puta! ¡lo mataré! ¡juro que lo mataré!

- Sergio –le dijo Naike acercándose a él. Sergio daba paseos por el jardín apretando sus puños y gritando poseído

- ¡Dios! ¿Cómo se ha atrevido? ¿Cómo? Lo pagará, lo juro que lo pagará...

- Sergio por favor –le suplicó Naike con la voz tomada

- ¿Por qué no me lo contaste antes? ¿Por qué? –le preguntó él mirándola enfurecido

- Quería decírtelo al llegar a casa...

- ¡Joder! ¡Joder!

- Lo siento mucho Sergio, de verdad que lo siento –le dijo Naike llorando. Se abrazó el cuerpo con sus brazos temblando nerviosa

- No, no, no amor –le dijo Sergio acercándose a ella. Le cogió los brazos y acarició su mejilla- tú no tienes que pedir perdón, no es culpa tuya, no es culpa tuya

- Ya, pero a lo mejor si yo no hubiera ido a la barra... -Naike se mordió los labios sin dejar de llorar

- Naike amor –Sergio la miró con una dulzura- que se te grabe en la cabeza que no es culpa tuya. Es de ese hijo de puta que se ha atrevido a tocar lo que es mío. Y tú eres sagrada

- Si no llega a venir Giovanni... -dijo Naike echándose las manos a la cara

- No pienses en eso ahora. Lo importante es que no paso nada. Y te juro por mi vida que no nadie va a volver a hacerte nada nunca. Te lo prometo, te lo prometo –Sergio se acercó a Naike y la besó queriendo borrarle las lágrimas con sus labios

Naike se abrazó a su cuello y se acercó más a su cuerpo. Se besaron desesperados, hambrientos el uno del otro. El beso fue subiendo de tono hasta volverse más apasionado. Ahora mismo lo que Naike necesitaba era sentirlo cerca.

- Por favor, por favor. Necesito estar contigo, te necesito –le suplico ella mirándolo a los ojos

- No tienes que rogarme mi vida.

Sergio bajó sus manos hasta sus piernas y la cogió en brazos. Sin dejar de mirarse a los ojos la llevó hasta su dormitorio, a su cama, la que sería ahora de los dos. La puso de pie muy suavemente y le acarició la mejilla. Aunque dentro hervía de rabia, tenía que tranquilizarse y tranquilizarla a ella.

Sergio le bajó un tirante de su vestido amarillo y le dio un suave beso en el hombro. Sus labios estaban calientes al contacto con su piel desnuda. Con sus dedos le rozaba la espalda haciendo que ella se estremeciera. Naike tenía una mezcla de sentimientos en su cuerpo que hacía que estuviera muy receptiva a sus caricias. Lo deseaba muchísimo. Sólo quería perderse en él y en su cuerpo. Sergio bajó las manos hasta el borde de su vestido y lo fue subiendo lentamente. Ella subió sus manos y él acabó de quitárselo. Se quedó mirando sus pechos turgentes que sobresalían por el sujetador de encaje blanco. Los rozó a través de la tela haciendo que Naike suspirara. Los ojos de Sergio eran de puro deseo por ella. Quería volverla a marcar, quería demostrarle que con él siempre estaría segura y que iba a protegerla con su vida y que jamás dejaría que nadie le hiciera daño.

Eras tú lo que quería (Cross 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora