Naike abrió los ojos cuando sintió unos dedos que acariciaban su espalda. Estaba tumbada boca abajo completamente desnuda. Había decidido que no valía la pena ponerse el camisón porque Sergio la había despertado de madrugada para hacerle otra vez el amor. Ahora que estaban juntos y que no tenían que darle cuentas a nadie, se estaban dejando llevar por la pasión que sentían el uno por el otro. Se complementaban tan bien juntos. Incluso estaban descubriendo nuevas formas de amarse que ninguno de ellos había experimentado antes. Naike se estremeció al sentir sus dedos. Se dio la vuelta y lo miró. Su alborotado pelo rubio esparcido por la almohada.
- Buenos días dormilona –le dijo él besando su espalda
- Buenos días. Pero de dormilona nada. Es que "alguien" me despertó anoche y luego me costó dormirme...
- Ah, sí, ¿quién y por qué? –le dijo él divertido bajando la mano hasta acariciarle el culo
- Tus manos son un peligro Sergio, porque cada vez que me tocas acabas encima de mí ...
- Bueno, a ver...si llevamos la cuenta de quien acabó encima de quien...
- ¡Eres más tonto!
- Ya, pero te tengo loca...
- Y un poquito chulito sí que eres...
- Porque puedo –Sergio se inclinó para besarle la piel desnuda de su trasero. A Naike se le puso la piel de gallina y ronroneo.
- Ay, dios mio. ¡Que se nos ha colado un gatito en el cuarto!
- Un gatito con las uñas muy largas...te lo advierto...
- No, si lo sé. Que me he mirado la espalda en el espejo y no veas como me has dejado marcado...
- ¡Anda que tú! Que tengo todo el cuello lleno de chupones...vampiro, que eres un vampiro.
- Para que todo el mundo vea que eres mía Naike... -ella lo miró y tragó saliva. Acababa de hacerle una declaración de intenciones, así como el que no quiere la cosa. Ella se incorporó y lo miró sonriendo
- Pues tú también eres mío, ¿me oyes?
- Alto y claro. Y ahora, por favor, ¿podrías tumbarte que quiero que lo hagamos otra vez antes de irnos a desayunar?
- ¿En serio?
- Si, en serio –Sergio la miró con una mirada traviesa que no pudo evitar que ella se riera- ¿Naike?
- ¡Se te va la olla! - Naike le dio un largo beso y se tumbó en la cama. Joder, estaba tan feliz que no podía más. Nunca en su vida lo había sido tanto como lo era ahora. Y nadie podría arrebatarle este momento jamás.
A mediamañana
Después de desayunar, se habían puesto sus abrigos y habían decidido dar un paseo por el pueblo. Habían venido aquí para algo más que para estar en la cama todo el día, aunque era lo que más les apetecía. El castillo estaba cerca de una pequeña aldea. Fueron dando un paseo. Sergio entrelazó su mano con la suya. Ella lo miró y sonrió. Era tan feliz. El camino se les hizo corto. Llegaron a una plaza donde había un mercadillo. Había una treintena de puestos que recorrieron uno a uno parándose para mirar todo lo que tenían. No se soltaron de la mano en ningún momento. A Naike le encantaron unas pulseras de plata trenzadas. Sergio apoyó su barbilla en su hombro y la abrazó mientras ella las miraba.
- Son muy bonitas –le dijo él- ¿me dejas que te regale una?
- Si tú me dejas que te regale otra a ti
- Hecho. Así siempre recordaremos este día
Eligieron sus pulseras y tardaron muy poco en ponérselas. Naike se la puso a Sergio y él hizo lo mismo con ella. Siguieron andando hasta que vieron un puesto de scones dulces y no pudieron evitar la tentación de comprarse 2 de chocolate. Se los fueron comiendo mientras paseaban cerca del acantilado donde estaba el castillo. Podían ver como las olas chocaban con las rocas. Sergio se sentó encima de una piedra lisa a ras del suelo. Abrió sus piernas para que Naike se sentara entre ellas para así poder abrazarla mejor.
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Eras tú lo que quería (Cross 4)
RomanceSergio Reguilon acaba de llegar a Londres para jugar en el equipo inglés del Tottenham. Lejos de su familia y de su novia tendrá que adaptarse a una vida nueva en un país nuevo. Naike vive en Londres desde hace un par de años. En las clases de coci...