35. La carta

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Naike se despertó con una sensación en su pecho que no le gustó nada. Abrió los ojos y se giró en la cama. Sergio ya no estaba. Su lado estaba muy frío. No quería admitirlo, pero sabía perfectamente que se había marchado. Se levantó de la cama y se puso las zapatillas. Recorrió la casa buscándolo con un gran dolor en su corazón, pero él ya se había ido. Había pensado que después de lo de anoche, algo cambiaría y él, volvería con ella. Se habían amado toda la noche. Les habían sobrado las palabas. Sólo querían estar juntos. Sin reproches. Sin malas palabras. Sólo ellos dos. 

La chica fue hasta la cocina a buscar su móvil, cuando la vió. Allí en la mesa de la cocina, había unos folios doblados apoyados en el jarrón de la mesa. "A mi rubia" decía la página en blanco que hacía las veces de sobre. Naike se sentó en la mesa con el corazón desbocado. Cogió los folios, los desdobló y empezó a leer.

Mi querida Naike. Esta es la carta más difícil que he escrito en mi vida. No sé siquiera si voy a ser capaz de terminar de escribirla o dejarla que la leas, porque mientras lo hago pienso que estás dormida en la cama y sólo me entran ganas de ir y hacerte el amor de nuevo. Te necesitaba tanto esta noche. Necesitaba sentir que eras mía, y sentir de nuevo esa maravillosa sensación que es estar en tus brazos.
Naike, mi rubia, desde que te conocí, sólo has hecho que mi vida sea mucho mejor, que la soledad que sentía aquí ya no lo fuera porque tú estabas conmigo. Me has enseñado a apreciar las cosas, la gente...me has dado la vida. El mes que hemos estado juntos es el mejor mes de mi vida. Nunca me voy a arrepentir de todo lo vivido contigo. Me has enseñado lo que es que te amen sin pedir nada a cambio. Estar juntos ha sido un sueño, el sueño más bonito que he vivido nunca. Cada uno de tus besos, de tus abrazos y de tus caricias las voy a llevar en el corazón para siempre.

Sé que ni entiendes, ni comprendes lo que estoy haciendo por Paula, sólo espero que lo respetes. Se lo debo. Me siento muy culpable. Culpable porque se quedara embarazada y no quisiera decírmelo porque pensaba que yo no querría tener un hijo con ella. Culpable porque intentara suicidarse pensando que la vida ya no valía nada sin su hijo, y que yo algún día la culparía por haberlo perdido. No la quiero, créeme. Pero no puedo dejarla. Ahora no. Me necesita, y por lo menos hasta que ella esté bien, voy a estar a su lado. Esta puta culpabilidad la voy a arrastrar toda la vida. Y no puedo arrastrarte a ti, no puedo. No puedo pedirte que me esperes. No puedo ser egoísta contigo. No puedo pedirte que estés ahí para cuando todo esto termine. Esto no es vida para ti. Yo lo que quiero es que seas feliz. Que estés con alguien que te merezca, porque yo no te merezco, no. Eres demasiado para mi. Ángel rubio de ojos azules. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Quiero que vivas sin mi. Que te enamores, que le des lo mejor que tienes a alguien que de verdad esté destinado a ti. Eres la persona más bonita que he conocido nunca. Te mereces que te tengan en un pedestal. Que te adoren. Porque eres absolutamente increíble.

Naike, mi rubia preciosa. No sé cuanto durará esto. Pero te prometo que el día que termine, que deje de sentirme así, serás la primera en saberlo. 

Gracias por quererme. Me haces sentir orgulloso de ti. De saber que una parte de ti me ha querido. Eso es lo más bonito que podía pasarme contigo. Tengo que dejarte rubia. Y me duele el corazón, porque voy a irme sin despedirme. Voy a dejarte en esa cama y no quiero. Es que no quiero estar sin ti. Pero no puedo. Soy un cobarde, lo sé. Espero que algún día me perdones.

Lo más bonito de estar contigo es que eres la razón por la que intento mejorar cada día de mi vida.

Cuídate. Y por favor, no derrames más lágrimas por mi. No te dejarán ver las estrellas.

Sergio

Cuando Naike dejó de leer la carta, estaba llorando desconsolada. Puso los folios contra su pecho y los abrazó como si fuera Sergio quien la abrazaba. Sentía tanto dolor en su corazón que no podía parar de llorar. Comprendió que ahora sí, que ahora era definitivo. Sergio la había dejado. Se derrumbó en la mesa de la cocina sollozando. Estaba rota, triste, hecha polvo. No podía más. Le dolía todo. Le faltaba el aire. Todo le daba vueltas.

Eras tú lo que quería (Cross 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora