45. Bajo La Luz De La Luna

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Llevaban una semana en Santorini. El sitio era maravilloso. Habían establecido una especie de rutina diaria. Por la noche solían acostarse bastante tarde y por eso por la mañana no madrugaban. Desayunaban en la terraza mirando al mar, eso era innegociable. Y o bien bajaban a darse un baño a la playa o iban a pasear por la ciudad. Cada día descubrían un sitio más increíble que el anterior. Lo que no tenían era prisa. Hacían lo que les apetecía. Lo que si tenían claro que estas vacaciones les estaba sirviendo para darse cuenta de que no podían vivir el uno sin el otro, y que estaban más enamorados de lo que pensaban.

Sergio se había despertado esa mañana antes que Naike, así que decidió bajar él a la panadería a comprar el desayuno. Desde que habían descubierto el baklava, lo comían casi a diario. Aunque lo que más les gustaba eran los diples, unas pastas de masa enrolladas a base de huevo, azúcar y miel. Muchas tardes Sergio obligaba a Naike a salir a correr por la playa y a hacer algo de ejercicio, pues temía que cuando se hiciera el reconocimiento médico de cara a la pretemporada, hubiera engordado más de un kilo. La panadería estaba muy cerca de donde estaban. A esa hora no había casi nadie. Así que compró el desayuno y pan de nueces, el favorito de Naike, también compró una barra de pan normal. Salió de allí encaminándose de nuevo a la casa.

Cuando entró, dejo las cosas en la cocina y empezó a preparar el desayuno. Su novia no perdonaba su taza de café descafeinado al cual él, también se había aficionado. Lo preparó todo en la terraza y fue al dormitorio a despertar a Naike. No tenía ni idea de lo que íban a hacer hoy, solían improvisar, para eso estaban de vacaciones. Abrió la puerta y sonrió. Naike estaba acostada boca abajo en la cama. Estaba agarrada a la almohada y la sábana se le había bajado hasta la cintura dejando al descubierto su espalda desnuda. Se acercó a la cama y se sentó. Acarició su espalda con sus dedos y se inclinó para darle un suave beso que hizo que ella se removiera. Sergio siguió besando su espalda dejando un rastro húmedo con su lengua. Naike se dio la vuelta y lo miró aún adormilada.

- Despierta dormilona. He traído el desayuno -le dijo él dándole un beso en los labios

- Estaba despierta, sólo que estaba esperando que vinieras

- ¿Seguro? -le dijo él dándole un beso en su hombro desnudo

- Seguro. Bueno...puede que cerrara los ojos esperándote, pero sólo un segundo -le dijo ella mirándolo inocente. Naike se incorporó y la sábana le resbaló por su cuerpo dejando sus pechos al descubierto. Sergio la miró embobado. Era una tentación demasiado grande- Sergio

- Dime -le dijo él sin mirarla. Tenía la vista fija en sus sonrosados pezones

- Mis ojos están arriba no en mis pechos Sergio -le dijo ella divertida. Le encantaba provocarlo

- A ver, tú háblame que yo te escucho. Puedo hacer dos cosas a la vez Naike -le dijo él rozándole uno de sus pezones

- Se va a enfriar el café

- Lo caliento en el microondas

Sergio siguió acariciando sus pechos y Naike volvió a recostarse en la cama. Él se inclinó para besárselos y ella aprovechó para agarrarse a su pelo. Su lengua estaba muy ocupada con sus pezones y ella ya no era capaz de pensar. Cuando se hartó de besarle los pechos, se colocó entre sus piernas y cogió un preservativo de debajo de la almohada. Naike se reía de esa costumbre que tenía y cuando hacía la cama no se sorprendía si encontraba varios debajo. Sergio se bajó un poco los pantalones dejando a la vista su pene. Mientras rasgaba el envoltorio para ponerse el condón, Naike aprovechó para acariciar su longitud haciendo que él jadeara de deseo. Cuando yo lo tuvo puesto, puso sus manos a ambos lados de su cabeza y fue dejando pequeños besos en todo su rostro a la vez que la penetraba lentamente.

Eras tú lo que quería (Cross 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora