5. Te invito a cenar

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JUEVES

Naike volvió a ver a Sergio en las clases de cocina. Cuando lo vió entrar por la puerta respiró tranquila. Se había propuesto no pelearse con él. Pero era imposible. Hicieron un estofado de pollo que ella estaba deseando probar. A mediodía había comido un bocadillo malisimo mientras veía el ensayo de Adam. El chico moreno no dejaba de meterse con ella criticando si su plato llevaba más o menos sal, el punto de cocción de las verduras y todo lo que se le antojara. La verdad es que la tenía frita. Y él se divertía a su costa.

Cuando terminó la clase, Sergio no la invitó a nada, y la verdad es que se desilusionó un poco, porque había pensado decirle hoy que sí. Se había pasado todo el día contando las horas para las clases de cocina solo por verlo. Y cuando se vieron, perdió el tiempo peleándose con él. Naike cogió su estofado y se despidió rápidamente. Salió corriendo en dirección a la parada de autobús. Tampoco es que viviera muy lejos, pero a estas horas prefería no caminar. Hoy llovía a cántaros y no le apetecía mucho andar bajo la lluvia con el estofado en la mano. Llegó a la parada y se sentó en el banco. Con fastidio vio que su autobús acababa de pasar. Se resigno a esperar muriéndose de hambre y de frío. No había nadie en la calle, y eso, la asustó un poquito. Aunque este era un barrio tranquilo. A los pocos minutos, un coche negro, en concreto un Mercedes, se paró al lado de ella. Naike miró para otro lado con el corazón martilleando en su pecho. Que un coche se parara a su lado estando ella sola, no era buena seña. El conductor bajo las ventanillas y se sorprendió al ver a Sergio.

- Sube rubia que te vas a mojar -le dijo él a través de la venta

- No gracias, mi autobús ya viene -contestó Naike mirando para otro lado

- Le quedan 30 minutos y cada vez llueve más. Venga sube

- Te he dicho que no, pesado. Lárgate ya en tu coche pijo

Sergio la miro fastidiado. A veces era más terca que una mula. Bajó los cristales de la ventanilla. Se quitó el cinturón y salió del coche. No iba a rendirse tan fácilmente con ella. Hoy se había propuesto hacer las paces. Además, no le hacía ni puta gracias verla sola en la parada a estas horas de la noche. Se sentó a su lado en el banco ante su mirada sorprendida.

- ¿Qué estás haciendo? - le preguntó Naike

- Esperar hasta que venga el autobús. No hay casi nadie en la calle y no quiero que estés sola

- Oh - es lo único que se atrevió a decir Naike. No se lo esperaba. Este gesto la acababa de sorprender mucho. Vaya, si detrás de esa fachada de prepotencia había una buena persona. Además de muy guapo , que lo tenía muy cerca y sus ojos marrones la tenían hipnotizada- pues gracias...

- Uy, no te he oído. ¿Podrías gritar más? - le dijo él llevándose la mano a su oído irónico

- Idiota - le dijo ella riéndose

- Anda, pero si también sabes reír, quien lo diría

- Si, ¿no te habías dado cuenta? Claro, como siempre estas chinchandome...

- Lo siento por eso - le dijo mirándola fijamente. Naike trago saliva y le sonrió - siento haberme pasado contigo, he sido algo...

-... imbecil, creído, prepotente...

- Bueno si, pero tampoco te pases rubia...

- Tengo nombre sabes -le dijo ella algo enfadada

- Ese es el problema, que no sé tu nombre, aún no me lo has dicho

- Me llamo...

- Espera - le dijo él poniéndole los dedos en sus labios para que se callara. El cuerpo de Naike vibro con su toque. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al sentir el suave roce de sus dedos- vamos a hacerlo bien, desde el principio, como si acabáramos de conocernos...

Eras tú lo que quería (Cross 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora