2. La Bechamel

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Mediados de septiembre

Estaba lloviendo. Y cuando no, pensó Naike mientras corría. Odiaba llegar tarde, pero la maldita lluvia iba a hacer que lo hiciera. Hoy había sido un día muy ajetreado. En un mes, Lemon pie sacaba su segundo disco al mercado y esto los tenía a todos locos en la discográfica. Sobre todo a ella. Todavía tenía mucho trabajo por hacer y a veces al día le faltaban horas. Torció una esquina y divisó el edificio donde se dirigía. Hizo un último esfuerzo corriendo y llego sin aliento al portal. Se permitió unos segundos para recuperar la respiración y empujó la puerta para entrar. Subió los dos pisos de escaleras hasta llegar a la segunda planta. Recuperó el aliento y abrió la puerta del piso. Venía a clases de cocina, eran todos los martes y jueves. Llevaba casi 2 meses y estaba aprendiendo mucho, tanto que ya comía de otra manera. Era la desventaja de vivir sola y ser un desastre en la cocina. Que aprendes, o te mueres de hambre. Dejo su bolso en la entrada y caminó hasta la sala principal donde se daban las clases.

Nada más entrar vio que todo el mundo ya había llegado. La profesora la saludo y le pidió que se pusiera en su sitio. Al ir allí se quedó parada. Al lado de donde ella se ponía había un chico. Nunca lo había visto, así que tenía que ser nuevo. Naike lo miro y su corazón empezó a latir más deprisa mientras sentía que el tiempo se había detenido. Sentía su cara sonrojarse y como un cosquilleo le recorría el cuerpo. La boca se le secó y sintió miles de mariposas en el estómago. Joder, esto debería ser lo que dicen que te pasa cuando tienes un flechazo, porque ella lo estaba teniendo aquí y ahora. Andó despacio para poder fijarse mejor en el chico. Era más alto que ella, moreno, de piel clara y ojos marrones oscuros. En una de sus mejillas tenía un lunar que lo hacía de lo más sexy. Llevaba una camiseta de manga larga que se le pegaba al cuerpo lo que hacía que se le marcaran los músculos del brazo. Era tremendamente atractivo y tenía una cara muy angelical.

Naike se puso en el sitio donde solía cocinar y al pasar a su lado le sonrío saludándolo con un cortés hola. El chico le respondió también en inglés y ella se dio la vuelta para ponerse el delantal mientras su corazón le martilleaba en el pecho. Hoy tocaba lasaña. La mayoría de los alumnos ya habían cocido las placas y preparado el sofrito, así que ella tuvo que darse prisa para no quedar rezagada. Se concentró en el plato y no en el moreno que tenía a su derecha. Algo muy difícil porque de vez en cuando estaban muy cerca el uno del otro. Casi rozandose.

Naike se puso las pilas y en menos de media hora tenía todo listo para montar la lasaña. Le faltaba hacer la bechamel. Así que se puso manos a la obra. La profesora les daba instrucciones de como hacerla y aunque ella siguió al pie de la letra sus indicaciones, no había manera de que espesara . Le echo más harina, luego más leche y nada.

- Puta bechamel de los cojones - maldijo Naike en español.

El chico que había a su lado, el dios griego moreno la miró y se río. La había entendido perfectamente.

- ¿Hablas español? - le preguntó ella

- Soy español - contestó él con suficiencia, algo que Naike decidió ignorar

- ¡Ay que alegría! - le dijo ella abrazandolo. El chico no se esperaba ésta reacción la cual le pilló desprevenido. La rubia olía muy bien. Le recordaba al olor de la piña. La fue apartando poco a poco, pues no dejaba de ser una desconocida aunque cuando la vio entrar por la puerta pensó que era muy guapa - Yo también soy española, de Madrid

- Que bien - le respondió él siguiendo con la receta. Por un lado estaba contento de conocer a otra española como él, pero por el otro, no se fiaba de nadie y ésta podría ser una fan loca

- ¿Tú de donde eres? - siguió preguntando la rubia

- También de Madrid

- ¡Que coincidencia! ¿De que parte?

Eras tú lo que quería (Cross 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora