Sergio Reguilon acaba de llegar a Londres para jugar en el equipo inglés del Tottenham. Lejos de su familia y de su novia tendrá que adaptarse a una vida nueva en un país nuevo.
Naike vive en Londres desde hace un par de años. En las clases de coci...
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A Naike le encantaban los domingos. Era su día preferido de la semana. Ese día nunca hacía nada. Solía levantarse temprano y se iba a la calle. Le encantaba pasear por su barrio. Ver los puestos que las tiendas ponían en las aceras, pasear por las calles y ver a la gente. Íba a por café a la otra punta del barrio, simplemente por dar un paseo, y bueno, porque le encantaban los bollos de esa cafetería. Esa mañana íba muy casual.
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Había quedado más tarde para comer con Susana, Cristina y Oliver, sus amigos españoles. Los había conocido en un curso de inglés que hizo al principio de venirse aquí, por perfeccionar lo que ella sabía. Conectaron enseguida, y aunque no vivían muy cerca unos de otros, solían quedar todas las semanas. Naike salió de la cafetería con su bollo. Pensaba ir al mercado a dar un paseo y de paso comprar algo. Íba pensando en sus cosas y en lo que compraría que al doblar una esquina no pudo evitar chocarse con alguien.
- Ay perdón, lo siento –dijo ella disculpándose. Alzó sus ojos y se quedo sorprendida. Acababa de chocarse con el dios griego moreno de las clases de cocina
- ¡Venga ya! –le dijo él mirándola fastidiado agarrandola por la cintura - ¿en serio? ¿me estas siguiendo rubia?
- ¿Yo? Que más quisieras... –le contestó Naike quitándose de encima de él - como si no tuviera mejores cosas que hacer que seguirte...
- Pues parece ser que no. No te he visto en mi vida y en 3 días te veo 2 veces...es para sospechar...
- ¡Por supuesto! Hala adiós, paranoico –Naike echó a andar dejando atrás al moreno. Su corazón le latía muy deprisa porque no esperaba verlo tan pronto.
- Eh, espera –le dijo él caminando hasta ponerse a su altura- de paranoico nada...
- Mira guapo...
- Vaya, ¿así que te parezco guapo? –le preguntó él con una sonrisa traviesa. A Naike se le puso la cara como un tomate y siguió andando ignorándolo- te has puesto colorada