Capítulo 66

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SESENTA Y SEIS

SESENTA Y SEIS

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Narrador.

Al día siguiente, para el desayuno, se había disipado el mal humor de sus amigos, y, para alivio de Hannah, no se cumplieron las pesimistas predicciones de Ron de que los elfos domésticos mandarían a la mesa de Gryffindor una pésima comida por culpa de Hermione: el tocino, los huevos y los arenques ahumados estaban tan ricos como siempre.

Cuando llegaron las lechuzas, Hermione las miró con impaciencia; parecía que esperaba algo.

—Percy no habrá tenido tiempo de responder —dijo Ron—. Enviamos a Hedwig ayer.

—No, no es eso — repuso Hermione —. Me he suscrito a El Profeta: ya estoy harta de enterarme de las cosas por los de Slytherin.

— ¡Bien pensado! — aprobó Harry, levantando también la vista hacia las lechuzas— . ¡Eh, Hermione, me parece que estás de suerte!

Una lechuza gris bajaba hasta ella.

—Pero no trae ningún periódico —comentó ella decepcionada-. Es...

Para su asombro, la lechuza gris se posó delante de su plato, seguida de cerca por cuatro lechuzas comunes, una parda y un cárabo.

— ¿Cuántos ejemplares has pedido? — preguntó Hannah, agarrando la copa de Hermione antes de que la tiraran las lechuzas, que se empujaban unas a otras intentando acercarse a ella para entregar la carta primero.

—¿Qué demonios...? — exclamó Hermione, que cogió la carta de la lechuza gris, la abrió y comenzó a leerla—. Pero ¡bueno! ¡Hay que ver! — farfulló, poniéndose colorada.

—¿Qué pasa?—inquirió Ron.

—Es... ¡ah, qué ridículo...!

Le pasó la carta a Hannah, que vio que no estaba escrita a mano, sino compuesta a partir de letras que parecían recortadas de El Profeta:

eRes una ChicA malVAdA. HaRRy PottEr se merEce alGo MejoR quE tú. vUelve a tU sitIO, mUggle.

—¡Son todas por el estilo! — dijo Hermione desesperada, abriendo una carta tras otra—. «Hannah Potter puede llegar mucho más lejos que la gente como tú...» «Te mereces que te escalden en aceite hirviendo... » ¡Ay!

Acababa de abrir el último sobre, y un líquido verde amarillento con un olor a gasolina muy fuerte se le derramó en las manos, que empezaron a llenarse de granos amarillos.

—¡Pus de bubotubérculo sin diluir! — dijo Ron, cogiendo con cautela el sobre y oliéndolo.

Hannah tomó unas cuantas servilletas y se las comienza a pasar en sus manos para limpiarse, con lágrimas en los ojos, Hermione intentaba limpiarse tambien las manos con las servilleta, pero tenía ya los dedos tan llenos de dolorosas úlceras que parecía que se hubiera puesto un par de guantes gruesos y nudosos.

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora