Diferentes colores iluminaban mi habitación, era la bola de cristal de París que tenía pequeñas estrellas de diferentes colores, lo único que tengo de aquel hombre que participó en darme la vida. Sabía cuanto yo amaba ése país, pero no era una grata demostración después de tenerme abandonada como si sólo me mereciera una llamada o una visita dos veces al año.
Escuché el sonido de unos tacos pisar mi habitación. Era muy pocas veces las que hacía esto, apagar las luces, cerrar la puerta y acostarme a observar esa simple bola de cristal que me recordaba mi niñez.
—Recuerda me porqué se separaron— pedí sin cambiar de posición.
La sentí sentarse al borde de la cama y acariciar mi lacio pelo largo de color miel al igual que ella. —Sólo dejó de funcionar— la oí titubear como sino supiera que más decir. Sé que ella lo intentó todo y puso de su parte como esposa pero fue una decisión que los dos aceptaron, pero lo que a mí me duele es que los dos aún se aman sólo era complicado pero esto es mejor que oírlos discutir todos los días.
—Tú sabes lo que siento mamá, al fin y al cabo salí a ti ¿no?— giré quedando frente a ella y la miré a los ojos. —, me hago la fuerte pero es complejo si la tristeza se me nota en él espejo— encogí los hombros.
Sin previo aviso la sentí tomarme y abrazarme fuertemente. —Por eso eres así, das amor porque nunca recibiste suficiente y te sientes sensible con las personas necesitadas pero no te olvides de ti.
—Sé que lo amas— sollozé. —, sólo deseo que todos a mi alrededor tengan lo mejor.
—Aveces simplemente las cosas tienen que pasar y bueno yo simplemente observo y lo dejó pasar— explicó alejándose y encogió sus hombros.
Besó mi nuca y se fue tal como entró silenciosamente resonando sus tacones al caminar. Sentí un ligero líquido brotar de mi mejilla y la limpié inmediatamente.
A la mañana siguiente traté de levantar el ánimo aunque sintiera que era imposible, pero no era la primera vez que recordaba que no tengo padre. Mientras sujetaba con ambas manos mi mochila quise adentrarme a la escuela pero ví que él tomaba otro rumbo, no iba a la escuela ¿dónde irá?noté que lo estaba perdiendo de vista por lo cual me eché a correr sin freno, debo de alcanzarlo.
Me gusta esto, me gusta acosarlo debo de admitir que es la única adrenalina en mi vida, y que mejor disfrutarla. Sentí mi rodilla flaquear y al instante mi cuerpo se estampó contra el suelo, gemí a grito por el fuerte dolor que sentí en mis rodillas pero peor aún mi tobillo, se había torcido. Levanté la mirada y lo ví alejarse, bien ya lo perdí, me acabo de dar un buen golpe pero en vano.
La duda de a dónde irá me mata, odio perderlo, estoy segura de que hay cosas que todavía no sé de él y que no pienso parar hasta no descubrir. Apretando los dientes traté de levantarme pero no pude, puse mis manos en él suelo y traté de ponerme de pie, pero no pude retirar las manos del suelo y terminé otra vez tumbada.
—Ah— Jadee.
Oí el ruido de un auto estacionarse pero no le hice caso sólo seguí tratando de levantarme, no me gusta rendirme y odio no conseguir lo que quiero, pero mi madre tiene razón, aveces las cosas simplemente tienen que pasar.
—¿Estás bien?— escuché a mi derecha. Voz seductor con algo de arrogancia, ojos verdes perfume muy exagerado, Slin.
—Sí, no te preocupes— Alcé la cabeza y miré sus verdes ojos, tenía una pequeña sonrisa torcida mirándome seductora mente.
—Creo que necesitas ayuda — comentó amablemente sin arrogancia.
—Estoy bien— mentí, mi rodilla dolía mucho pero no más que mi tobillo.
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Maite (Desgarrador#1 ✔)
Teen FictionÉl se dedicaba a estudiar, era lo único con que podía matar el aburrimiento y ella a acosarlo pero jamás le habló y ese fue su mayor error, si tan sólo lo hubiera hecho pudo haberlo sacado de aquel laberinto, de aquel hoyo en el cual se hundía poco...