Capítulo 23

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¿Y si mañana nos morimos?

—Después de lo ocurrido no debería dejarte ir. —comentó mientras ponía la mesa. El rojo resaltaba su piel blanca, su espalda estaba descubierta, las mangas amarradas al cuello y el vestido le quedaba sobre los muslos, sexy ¿no? Tan hermosa y grandiosa.

—Sino quieres, no voy. —dije rodeando el comedor hasta sentarme.

Rió negando con la cabeza.

—Estás usando ése tono porque quieres ir y está bien. Sé que estás loca por ver a tu padre y no harías una tontería para no ir.

Su amenaza fue clara y directa, no podía enojarme, yo lo había arruinado.

—¿Cómo crees que esté,  papá?—pregunté llevando un trozo de carne a mi boca. No era curiosidad, hay veces que queremos y no queremos saber algo por diferentes razones, estaba preocupada, a la vez asustada, odiaba las malas noticias pero quería saberlo.

—Tal vez con alguna discapacidad pero...bien. —arrastró la letra ‘e’ y detuvo sus movimientos abruptamente. Abrí sus heridas, tal vez el trabajo la mantenía ocupada y no pensaba en su esposo pero, cuando eso le caía como un balde de agua fría, el mundo se le detenía.

Apretó su nariz tomando una respiración por un rato y suspiró.

—Tu padre...es todo lo que tengo, no fue cobarde para abandonarme embarazada y no puede irse lejos de mí, así nada más. Te tuve muy joven, pero te tuvimos, estuve apunto de ocultárselo pero, yo mejor que nadie conocía su anhelo de ser padre, hemos pasado por mucho, yo digo que las personas que pasan el desierto juntos, disfrutan del río juntos.

Tragó grueso al quedarse sin voz, sus dedos apretaron tan fuerte la silla de color caoba que sus dedos se volvieron completamente blancos. Estaba orgullosa de ser la muestra de su amor, ése tipo de amor que se clava en cada esquina de tu piel y que se entierra bien enterrado en tu corazón, que sin importar los años, la distancia, no se puede olvidar, sigue intacto y hasta más nuevo que la primera vez. Un amor de esos, fue lo que siempre quise vivir, tal vez, sí lo conseguí pero, fue desgarrador.

Me paré y la abracé pegando mi cabeza con la suya.

—Nosotras, sabemos mejor que nadie que él, es fuerte.

Me sonrió y acarició mi cabeza. Unidos siempre seremos más fuertes. Solo me quedaba pensar en que mi padre estaría con nosotros, de nada me valía pensar negativo.

Con mi pequeña mochila al hombro emprendí el viaje hacia la escuela. En la mochila llevaba ropa para cambiarme, iríamos a la playa, no podía ir así nada más. Mamá prometió que cuidaría muy bien de Boby para que no volviera a pasar aquello, no podía repetirse, no cuando yo estaba así.

Cuando estuve frente al instituto miré el autobús que nos llevaría y dudé de si ir o ¿no?, no entendía porque me ponía así cuando ya tenía lo que tanto pedía, que pasara la semana rápido y allí estaba apunto de ir a la fiesta de despedida de la escuela para ir a disfrutar de la navidad en familia ¿tendría yo una navidad en familia?cuando ni siquiera sabía si mi padre seguiría vivo, no. En la vida siempre hay mucho que perder. Se trata de valorar las cosas a tiempo. Esperaba haberlo hecho.

Sobre salté por el claxon de un auto, lo busqué con la mirada. Y te encontré, tenías aquella sonrisa radiante que me diste al conocernos por primera vez, tus ojos verdes me miraban con admiración, creí que podíamos, pero no pudimos, tal vez si funcionó el hecho de grabar nuestros nombres y lanzarlo al mar. Al final siempre fuiste tú, aunque lo dudé.

—¿Prefieres el autobús?—Arqueó una ceja.

Aquellas chicas que se morían por ti, que me creían una gran rival, no me dejaron contestar. Si tan solo hubieran sabido que aunque estuviese así contigo, mi corazón siempre tuvo dueño, aún cuando no lo había vuelto a ver. Se apresuraron a montarse en tu auto, gritando como lo que parecían, locas.

Maite (Desgarrador#1 ✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora