Capítulo 49

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No sé si fue buena idea querer verlo, estaba tan guapo, pero ya no vivía, ya no respiraba, estaba MUERTO. Después de verlo fue necesario que dos personas me sostuvieran para que llevaran acabo el funeral.

Luego algunos se sentaron, otros se fueron, yo me quedé ahí cerca de donde lo habían sepultado, varias veces me preguntaba a mí misma si era real. Ahí estaba mirando simplemente la tierra, alrededor algunas personas hablaban, pero poco a poco el lugar fue quedando completamente en silencio, sólo quedaba yo.

La señora Corazón tuvo un ataque al corazón, era de esperarse.

—¿Cómo quieres que ría y viva, si siendo el protagonista de nuestra desgarrador historia has muerto? Hoy debo despedirme sin querer hacerlo, ¿por qué no te fuiste en silencio? Tuve que ver como...

Mi voz quebró, dejé de hablar al sentir que me atragantaba. Ya no podía pedirle a Dios que lo dejara vivir, ya no valía la pena orar, rezar, implorar, suplicar, él no volvería.

Sentí una chaqueta sobre mis hombros pero no me inmute, mis ojos seguían fijos ahí, él estaba bajo tierra, no respiraba, no estaba, simplemente ya no existía. No entendía porque debí haber sido yo, él ¿por qué tuvo que tocarnos a nosotros vivir algo tan efímero? Algo tan desgarrador, un amor de locos, obsesión y adicción de por medio.

Eso no fue lo que pedí de chiquita.

Me paré de la roca donde me encontraba sentada, y me di la vuelta para buscar alguna flor, y frente a mis pies había una negra, me agache despacio y la tomé. Di sólo dos pasos, y ya estaba frente a su tumba.

—Te quise aún sabiendo que me ibas hacer daño.

Lancé la flor sobre la lápida, y me obligué a dar la vuelta.

Él no necesitaba respirar para vivir, no necesitaba dinero, tampoco mucho, solo necesitaba amor. Un amor verdadero, ése amor que lo cura todo, ése amor que yo estaba dispuesta a darle, pero nada de lo que quisimos sucedió.

Él dio tanto para ser alguien que había recibido tan poco, yo me creí esa máscara que usó para tapar su verdadero rostro.

«No me mataste, Maite, sólo me arrancaste el alma»

Miré el cielo suspirando mientras avanzaba, sentía mi pecho doler aún, pero trataba de soportarlo. Cuando bajé la cabeza, vi al chico de la capucha marchándose, pero por otro camino entre los árboles.

Sólo pude ver su espalda, su cabello rozaba su cuello de lo largo que era. Pensé en seguirlo hasta que me acordé que acababan de enterrar a mi acosado.

Cuando llegué a la carretera ahí estaba mi madre con nuestro taxista, me abrazó, y nos marchamos. Inmediatamente que llegamos me fui a la casa de Corazón, me quedé ahí en la habitación de él hasta muy tarde, me fui a dormir a casa.

La chaqueta negra que tenía en los hombros no era de Sline, cosa que me extrañó, no tenía su olor, era negra y de cuero, además Sline ya se había ido, o eso pensaba.

Bajé las escaleras, y me topé con la sorpresa de ver a todos ahí, Sline, Blanca, Yulia , y mi madre. Las miré confundida pero no dije nada, desde que había salido del cementerio no había abierto la boca ni para comer.

—Tenemos algo muy importante que decirte, bueno, muchas cosas importantes —suspiró.

—Yo... —Yulia empezó. —. Sólo quería decirte que me acosté con Maite para que te alejaras de él.

«Mentira» pensé.

Blanca me miró.

«No. Blanca no»

Maite (Desgarrador#1 ✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora