Ángeles.
Estaba sentada en el balcón leyendo el libro que me había dado mi psicólogo, ya había intentado hablarle a Maite pero de todos modos seguía leyendo el libro.
Al padre de Sline le dieron veinte años de cárcel, fue fácil gracias al trato de Sline con el padre de Maite, así funcionaba el mundo, por dinero traicionan a cualquiera.
Como escuché en una película «En éste mundo todo está a la venta»
Lo vi pasar de repente, e inmediatamente dejé de leer el libro para mirarlo, parecía apurado, caminaba con la cabeza gacha y con rapidez.
Me adentré a mi habitación de golpe, y lancé el libro a mi cama, tomé una gorra, mis gafas de sol, tenía tiempo sin seguirlo, bajé corriendo sin siquiera avisarle a mi madre, como si me hubiera dejado ir sabiendo que seguiría a mi vecino.
Por nada quería perderlo, él se veía muy diferente a como lo veía, pensé en tomar mi bicicleta pero podría ser más estorbo que ayuda.
Tan pronto cerré la puerta, me eché a correr para alcanzarlo, frené de golpe al ver que se detuvo, no podía verme, me escondí detrás de un árbol y con la cabeza de lado seguía observándolo, cuando él siguió avanzando hice lo mismo.
Lo seguí discretamente como una profesional como de costumbre, para ser sincera ¡extrañaba seguirlo! Ya no me mentía más, tenía que aceptar que seguirlo era una adrenalina para mí, llegaría un momento en el que ya no podría hacerlo, por eso simplemente lo disfrutaba, aunque estaba muy dolida por lo que pasó.
No reconocí el camino que tomó, eso se me hizo extraño, creí que sabía todo de él, tal vez él sólo me dejó conocer hasta un punto.
El bosque era solitario, alrededor se sentía húmedo, parecía un matadero literalmente, esperaba salir sana y salva de aquel lugar.
Después de tanto caminar, el demente de Maite se detuvo, me escondí detrás de un árbol para acecharlo desde ahí, estábamos como a veinte metros de distancia. Escuché un pequeño ruido detrás de mí, y giré a ver sobre mi hombro pero no había nada, regresé mis ojos hacia él, y abrí más los ojos como si así lo vería mejor, al ver que sacaba algo de su cintura.
Quedé estática al ver que era una pistola, me frisé ahí detrás del árbol, mis pies se sentían gelatina, llevé ambas manos a mis labios, y negué rotundamente con la cabeza, quería moverme, correr, abalanzarme sobre él, pero mis piernas no respondían.
¡No respondían!
A duras penas salí detrás del árbol, vi como se apuntaba a sí mismo e hice lo primero que me llegó a la mente.
—¡Nooooo!
Ni siquiera volteó a verme, y soltó el disparo que detuvo mi mundo, traumandome, no sabía si volvería a ser la misma después de aquello y no lo fui.
Por primera vez grité su nombre queriendo que me escuchara, jamás me había atrevido a llamarlo, pero aquel momento era diferente, más que la excepción. Moví mis piernas a la mala y corrí hacia él, me lancé sobre él y lo alcé.
En su rostro había una sonrisa, si alguna vez me pareció raro, aquella vez más.
—Por favor —Susurré, una y otra vez. —. Por favor Perdóname, ¡por favor!
No tenía idea de porque pedía perdón, sólo no quería que se fuera, no quería se fuera, eso tal vez sería también mi fin. Estaba lista para acosarlo y todo, pero menos ver como se mataba frente a mis ojos. Eso no.
Alzó su mano con dificultad, y me permitió sentir el frío de su palma al tocar mi mejilla, me dedicó una débil sonrisa. —Al fin —Susurró.
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Maite (Desgarrador#1 ✔)
Teen FictionÉl se dedicaba a estudiar, era lo único con que podía matar el aburrimiento y ella a acosarlo pero jamás le habló y ese fue su mayor error, si tan sólo lo hubiera hecho pudo haberlo sacado de aquel laberinto, de aquel hoyo en el cual se hundía poco...