Capítulo 11

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Dedicado a Rositavital7

Y si perdemos la razón, cometemos un error, que ésta guerra no se acabe y no se pierda en éste amor.

Ángeles.

Los gritos de mi madre sonaban como disco rayado, la escuchaba pero no del todo bien, hacían eco en mi cabeza la cual sentía que se me explotaría en cualquier momento. Tan pronto sus gritos cesaron volví a quedarme dormida, no tenía ganas de levantarme de la cama.

Sentí un ligero roce en mi pie izquierdo por lo cual gruñí molesta, si esa señora deja que me levante deseará no haberme dado a luz.

—Hija, sé que tienes resaca — oí la voz de mi padre. Hay padre celestial ¿porqué no obedecí a mi madre?tal vez mi madre me consienta pero mi padre, haces y pagas las consecuencias. Así de simple.

Me removí de un lado a otro varias veces y luego me acomodé quedando sentada, sentí mi melena caer sobre mis hombros, no me quiero ni imaginar él desastre que debe de tener mi cabeza. — Papá — susurré con voz melosa, como una niña pequeña.

—Solo quiero que me digas lo último que hiciste — pidió sentándose al borde de la cama. Llevaba una camisa azul con tres botones abiertos y su pelo negro corto cepillado hacia un lado, sus labios formaron una línea dándome a entender que no estaba enojado.

—Si bien recuerdo — toqué mi cabeza fingiendo pensar, recordaba perfectamente solo que quería sonar casual. —, lo último fue que alguien me besó pero no recuerdo quien — rodé los ojos posando los en mi ventana.

—¿Entonces mi hija sigue siendo virgen?— arqueó su ceja izquierda señalándome con un dedo.

—Papá — reproché tapando mi rostro de la vergüenza mientras asentía entre mis manos.

—Hay hija, ¿quién mejor para hablar de esto contigo?— tomó mis muñecas y alejó mis manos de mi rostro, brindándome una cálida sonrisa. Ven porque odio que se vaya, es grandioso aunque algo estricto pero al igual que mi madre me adora.

—Mi amiga, obvio papá — rodé los ojos. —, ups, olvidé que ya me traicionaron.

Sus ojos cafés escanearon los míos como buscando respuestas a sus preguntas, la misma manía de mi madre, levantó su brazo y retiró un mechón de mi frente sin dejar de clavar me la mirada. Sus ojos viajaron a mis mejillas, mi frente, como si estuviera asegurándose de que no tuviera ni un rasguño.

Dos gruesas lágrimas brotaron de mi mejilla pero él las limpió y me abrazó tan fuerte que me sentí presa. Llorar no significa no ser fuerte porque si fuera así, no hubiera personas fuertes.

—Slin me agrada, por si quieren ser novios — comentó palmeando mi espalda y reí.

—Si pudiera eliminar a todos los hombres de la tierra lo haría, excepto tú — me alejé y lo miré a los ojos mientras movía la cabeza para que mi cabello quedara en un lado.

Tocó la punta de mi nariz sonriendo. — No lo fuerces.

—Dejalo fluir — completé por él.

—Iré a la iglesia con tu madre y luego me voy — dijo lo último en tono bajo.

—¿Hasta cuándo, papá?— pregunté haciendo un pequeño puchero.

—Tu madre puede pedirme él tiempo que quiera, yo la esperaré una vida entera — besó mi frente y se levantó de la cama con pesadez como sino quisiera irse y sé que no lo quiere hacer, pero las cosas nunca fueron cuestión de querer.

Me acosté nuevamente boca abajo mirando mi mesita de noche y noté la cajita de regalo que me había entregado Slin, una gran curiosidad me invadió por lo cual la tomé inmediatamente y la abrí con desesperación. Una pulsa y un reloj con diseños de Francia color plata, súper hermoso, aunque no sé como supo lo de Francia pero me encantó.

Maite (Desgarrador#1 ✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora