Capítulo doce: Fronteras

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Brian O'Conner

 
Sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos, su pecho subiendo y bajando al compás de su respiración; Madison es una obra de arte.

No podía dejar de mirarla. Dejar de apreciar su rostro y su cuerpo desnudo cubierto apenas por las sábanas oscuras. Caí ante la tentación de acariciar su mejilla; pero mi mano se detiene cuando ella lanza un gruñido por lo bajo y se da vuelta.

Largo un suspiro al observar como su cabello cae por su espalda y llega a la curva de su trasero.

Las incontenibles ganas de abrazarla y quedarme durmiendo, despertar a su lado y preparar el desayuno juntos, son aplastadas contra el piso cuando mi móvil vibra sobre la mesita de luz.

Mis manos se mueven rápido para poder callar el  molesto ruido antes de que logre despertar a la mujer que duerme a mi lado.

«¿Estas listo?»
 
El nombre de Dominic brilla en la pantalla, no tarda en mandar otro mensaje.

«Te espero en quince en la ubicación, acuérdate lo que planeamos».

Lentamente, y con toda mi fuerza de voluntad, me levanto de la cama. Tapo mejor el cuerpo de Madison y empiezo a buscar mi ropa por la habitación.

Dominic me dejó bien en claro el hecho de que ella no debía saber del plan. Ir a buscar a Bragas era como meterse en la boca del lobo, un plan descabellado, y casi al borde de considerarse suicida; sin embargo, ya habíamos planeado todo. Esta era nuestra ultima oportunidad de agarrar a Braga, entregárselo a la policía y poder librar a los hermanos Toretto de sus cargos.

Una vez que estoy listo, camino hasta estar al lado de la morocha  y me agacho hasta que mis labios acaricien su mejilla. Muero por despedirme con un beso en la boca, pero lamentablemente no puedo tomar el riesgo de que se despierte y empiece a hacer preguntas.

Su cuerpo yace de lado en el último vistazo que le doy antes de salir por la puerta. Mi auto se encuentra justo donde lo dejé la noche anterior, a metros descansa el hermoso Mazda perteneciente a Madison.

«Estoy en camino», tecleo y aprieto el botón de enviar.

En todo el trayecto no dejé de pensar en la noche anterior, todo  se repetía como un bucle; sus besos, nuestras manos acariciándonos mutuamente, sus gemidos, su deseo… todo había sido perfecto.

Estaba tan sumido en mis pensamientos y recuerdos, que ni siquiera me doy cuenta cuánto tiempo tardé en llegar con Dominic, de un momento a otro estábamos conduciendo con destino a la frontera entre nuestro país y México.
 
A partir de ahora no había vuelta atrás.

 
***

 
El sol se escondía entremedio de las montañas, la brisa acariciaba nuestros rostros y contábamos los minutos en los que llegaría nuestra compañera.

Mataba el tiempo lanzando piedritas a la nada, escuchando como Dom comentaba sobre cosas y luego callaba por minutos.

—¿Has hablado con Madison?

Su voz me eriza la piel y, por la sorpresa, tardo unos segundos en responder.

—Si —digo sincero, no había motivos para mentirle, ya no—. Fui a verla luego de que terminamos todo, estaba…

—Preocupado —me interrumpe, se acomoda en el capó del auto y se cruza de brazos—. ¿Qué es lo que tienes en mente?
 
«La noche que pase con Madison».
 
—¿Te preocupa terminar de romper tu lazo con la poli?

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora