Capítulo cinco: Tu otra vida

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NARRADOR OMNISCIENTE:




La joven pareja caminaba por las calles oscuras de Brasil,  con el objetivo de mezclarse en la oscuridad y pasar inadvertidos. Habían ido a comprar algo para beber y poder festejar, mínimamente, la noticia que habían recibido.

Mía estaba embarazada, y aunque no fuera la mejor situación, ellos estaban completamente felices y alegres.

—¿Aquí? —pregunta en un suspiro Madison mientras señala el oscuro pasillo. Brian se da vuelta a verla y asiente, empujando la oxidada y deteriorada reja, y dejándola pasar—. Muero de hambre.

Caminaron unos cien metros y, haciendo el menor ruido, empezaron a subir las escaleras que los llevaría al lugar donde iban a pasar la noche —y tal vez los siguiente días—.

Con cada paso que daban las voces se iban haciendo más claras. Brian pudo percibir la extravagante risa de Marcos y la ronca voz de Dominic, mientras que de fondo se escuchaba las quejas de su cuñada.

—¡Ni loca va a tener ese nombre!

—¿Qué sucede aquí? —pregunta Madison con una sonrisa, dejando en la improvisada mesa un pack de cerveza.

—Marcos está pensando nombres para el bebé —responde Dom, le da un beso en la mejilla a su hermana y toma una cerveza.

—¡Oh vamos, amor! —Marcos ríe, toma de la cintura a Mia y la sienta en su regazo—. Es un gran nombre.

—Ya dije que no. Ni siquiera puedo pronunciarlo correctamente —dice levantándose y tomando asiento correctamente en una silla.

—¿Cuál es el nombre? —pregunta Brian divertido.

Mía le da una mirada de advertencia a su novio y éste se muerde el labio para no reír; sin embargo, falla completamente cuando su rostro empieza a ponerse colorado y rompe en carcajadas.

No puedo... No... —carcajea sin poder decir más de dos palabras juntas.

Madison niega divertida y poco a poco empieza a reírse. Marcos tenía una risa demasiado contagiosa, tanto que al escuchar reír a su amiga, la situación empeoró.

Los ojos de Brian brillaban al ver como su novia reía; sus ojos se achinaban y su nariz se arrugaba levemente, dejando a la vista una gran sonrisa que no hacía más que inflarle el pecho de emociones.

No había dudas de que estaba enamorado.

Madison siempre había causado aquel efecto en él, no importó el tiempo que estuvieron distanciados, desde la primera vez que la vio supo que tenía algo especial. Algo que ninguna chica había causado en él...

Eran aquellas ganas de abrazarla y tenerla siempre a su lado la que le confirmaban cuán loco lo volvía. Sin darse cuenta, se encontraba apreciando cada rincón de su cuerpo; sus lunares en el rostro y clavícula, las pequeñas arruguitas en las esquinas de sus ojos al reírse; distinguía cada movimiento de su cuerpo. Como por ejemplo cuando se ponía nerviosa y tocaba la punta de su nariz, o también cuando algo no le gustaba y ladeaba su cabeza. Poco a poco, empezó a prestarle atención a cada detalle y se fue enamorando de cada uno.

Después de tanto tiempo supo que estaba haciendo lo correcto: elegirla. Acompañarla y amarla como desde un principio debía ser.

Por primera vez en su vida, Brian sentía que por fin estaba encontrando el código que le daría sentido a su vida.

—¿En qué piensas?

Movió ligeramente su cabeza y sonrió. Madison subió sus manos hasta la nuca del rubio y pego levemente sus cuerpos, una sonrisa adornaba sus labios rojos.

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora