Capítulo quince: Gracias, V

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Madison Toretto

—¿Cómo está ella? —Pregunto, apretando el móvil a mi oído, las conversaciones de las personas a mí alrededor me impiden escuchar a Marcos claramente.

—Mejor... —Suspira, puedo imaginármelo rascando su nuca y moviéndose de un lado a otro—. Se le pasaron las náuseas, pero aún le duele la cabeza... ¿Cuánto te falta a ti? ¿Está todo en orden?

Miro a mi alrededor, nada fuera de lo normal me hace estar en alerta.

—Todo en orden, termino de hacer las últimas compras y voy.

Corto la llamada y guardo el móvil en el bolsillo trasero del jeans, recorro los pasillos llenos de puestos de verduras y comida para terminar de comprar lo necesario para el almuerzo.

Tego y Rico iban a hacer una parrillada, la cual íbamos a acompañar con unas ensaladas frescas y algunas que otras cervezas. Ya tenía casi todo, por las dudas había llevado unas verduras y frutas de más, no es que no confiara en mis amigos para lo culinario... Pero la última vez que comí algo hecho por Tego terminé vomitando en el baño, mejor prevenir que curar.

Esto está bien... —Digo pagándole a una señora las manzanas verdes que había elegido. La mujer me devuelve una sonrisa y sigo mi camino.

A pesar de ser un poco pasadas las doce del mediodía el lugar está repleto de gente moviéndose de un lado a otro.

Sin esperarlo, un par de brazos me toma de atrás y me levantan del suelo arrastrándome a la salida. Trato de protestar pero la mano que cubre mi boca lo impide y provoca que mi desesperación aumente.

—¡Tranquila, tranquila! Soy yo, Vince... Te siguieron —murmura contra mi oído.

Cuando reconozco el tono de su voz mi cuerpo logra calmarse un poco; aun así, las últimas palabras se repiten en mi cabeza.

«Te siguieron...».

Debía ser mentira... Había estado atenta a todas las personas a mí alrededor, trataba de estar poco tiempo en los puestos y de comprar lo justo y necesario para no tardar.

—¿Cómo...?

Gritos de hombres en portugués me interrumpen, dándome cuenta de que es verdad, apuro mis piernas y corro con Vince detrás de mí para salir lo más rápido del lugar.

Cuando doblamos uno de los pasillos noto de reojo como dos Jeeps negros estacionan y varios hombres armados se escabullen entre los puestos buscándome.

Mi corazón se acelera al caer en la cuenta de cuan cerca estuve de ser atrapada, y de que no ser por Vince... ¡Dios! El plan se hubiera arruinado, vaya a saber qué demonios esos tipos hacían conmigo... Todo se hubiera ido por la borda.

Le lanzo las llaves de mi auto a Vince y le indico cuál es. Apenas estamos dentro él se pone en marcha y acelera imponiendo la mayor distancia del lugar.

—¿Cómo sabía que estaba aquí?

—Rosa te vio entrar al mercado, ella sabía que quería hablar contigo y me avisó —responde, dobla a la derecha y toma rumbo hacia la fábrica—. Yo... Quería disculparme contigo, Madi... En serio no sabía cuán peligroso era el robo de autos, nunca te hubiera puesto en peligro, eres como una hermana para mí.

Sonrío levemente por sus palabras y respondo:

—Lo sé, V. Ya está en el pasado, no tienes por qué preocuparte.

Él asiente, las comisuras de sus labios se elevan un poco; el gran edificio de la fábrica se presenta ante nosotros.

Vince estaciona en la entrada y ambos bajamos del carro, se acerca hacia mí, me entrega las llaves y mete sus manos en los bolsillos delanteros del jean. Está incómodo y un poco nervioso.

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora