EXTRA #2 y #3

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EXTRA #2

Lo difícil no era entender como habían llegado a ese momento, sino, aguantar la situación y el malestar que ella estaba sufriendo.

Madison se retorcía en el asiento del auto de Mia, tocaba su panza y cerraba sus ojos gruñendo por las contracciones que la abarcaban.

—Inhala... Exhala —repetía su hermana al volante, estaba tan nerviosa como el día que tuvo a su bebé.

—¡Eso hago! —Gritó enfurecida la mayor.

Sus uñas se incrustaron en el cuero ecológico del auto de su hermana y recostó su espalda en el asiento. Sentía su cuerpo sudar y su corazón palpitando desenfrenadamente.

—Estamos cerca, Mad —dice Mia, doblando a la derecha y tomando la carretera vacía.

—¿Dónde está Brian? —Preguntó entre jadeos.

El dolor nacía desde su espalda baja y seguía su recorrido hasta sus muslos y abdomen. Había empezado así hace quince minutos atrás cuando ambas se habían tomado un día de los hombres y decidieron salir a pasear, para sorpresa de ambas, el pequeño bebé de Madison y Brian había elegido nacer aquel día soleado y bastante caluroso.

—En camino... —respondió Mia.

Antes de subirse al carro le había mandado mensaje a Marcos, como él estaba con su cuñado y hermano sería más fácil para explicarle. La respuesta fue casi inmediata, informándole que estaban a punto de tomar el bolso de Madison y salir directo hacia la pequeña salita donde sería atendida.

Mia aceleró llegando a más de ciento cincuenta, en apenas unos minutos estuvo entrando al lugar; Madison suspiraba y respiraba dificultosamente.

Sus ojos estaban cerrados y los labios apretados; las contracciones cada vez eran más seguidas e intensas.

Las enfermeras del lugar se acercaban al carro con una silla de ruedas y un doctor tras suyo, la ayudaron a salir y con rapidez ingresaron al establecimiento. Mia iba tras ellos sin intención de perder de vista a su hermana, apenas le importó si el carro quedaba sin cerrar.

—¡Mia! —Gritó Madison buscando su mano, el sudor brillaba en su frente—. No me dejes...

Ella negó—: No me alejaré de ti, ¿sí?

La enfermera mayor, que parecía tener años en el lugar y era una de las que mandaba, le indicó que se acostara en la camilla, levantara sus piernas y se preparará para lo siguiente.

Como las contracciones eran más fuertes, necesitaban saber cuánto había dilato el cuello uterino.

—Linda... —empezó la enfermera—. Llegó el momento, estas en ocho de dilatación.

—¡¿QUÉ?! —Exclamó con euforia. Miró asustada a Mia y negó muchas veces—. No, no... Brian... ¿Dónde está él?

La pregunta quedó en el aire suspendida, pues su hermana no tenía idea por donde estaban Marcos, Brian y Dominic; pero si no se apuraban, si no llegaban en menos de cinco minutos, el rubio se perdería el nacimiento de su hijo.

—Colócate esto —índico la mujer extendiéndole una bata rosa y un plástico de igual color para recoger su cabello—. Volveré en unos minutos, le avisaré al doctor que ya es hora.

Mia ayudaba a Madison a quitarse las botas, para su suerte, había elegido aquel día un vestido largo y fácil de quitar; a esas alturas del embarazado odiaba todo lo que apretara su panza y la incomodara.

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora