Capítulo catorce: Los cuatrocientos del millón

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Narrador Omnisciente:

Los intentos por pasar desapercibidos por las cámaras seguían siendo nulos, inútiles. Ni la persona más ágil tras el volante, ni el carro más rápido, lograba pasar sin ser vistos aunque sea por segundos.

La lista de miembros del grupo que lo habían intentado era repetitiva e infinita. Han, Roman, Gisele, Marcos, cada uno de los miembros del grupo había hecho la prueba; cada uno había fallado.

Era, nuevamente, el turno de Han. Sus derrapes hubieran sido perfectos si la cámara no lo hubiera captado.

El hombre, cansado, largó un suspiro.

-No es suficiente tiempo, Dom. Solo les ganaremos a las cámaras siendo invisibles...

Madison se levanta de su asiento frente las pantallas con una sonrisa, una idea había cruzado su cabeza.

¿De qué otra forma pasarían por las cámaras, sin ser vistos y sin levantar sospechas? La solución pasó frente a sus ojos como un rayo de luz, se preguntaba cómo no lo habían pensado antes.

Tantos autos, tantos intentos...

-Síganme chicos. Gisele, tú manejas. -Indicó lanzándole las llaves de la furgoneta a la mujer y tomando de la mano a su novio para salir de la fábrica.

Roman, Han, Marcos y Dom se miraron intrigados y no tuvieron más opción que seguir a la pareja hasta la salida.

-¿Se puede saber qué idea pasó por tu loca mente? -Preguntó Pearce sentándose en los asientos traseros de la furgoneta.

Madison lo señaló y dijo:

-¿Loca? Yo llamaría esplendida, magnifica, inigualable mente. -Sonrío de forma egocéntrica, palmeo el hombro del moreno y agregó-. ¿Qué mejor forma de camuflarnos siendo ellos?

Marcos frunció su ceño e hizo el intento de hablar, apenas unas palabras salieron de su boca.

-¿Siendo ellos?

-¡Usando patrullas, idiotas! -Gritó Gisele desde el volante.

Madison agradeció el aporte de su amiga y espero ansiosa una respuesta de los chicos.

-Es...

-Una locura... divertida. -Completó con una sonrisa Roman.

Gisele no tardó más de veinte minutos en doblar a la izquierda en aquella calle que los conduciría al estacionamiento. Redujo la velocidad y, poco a poco, todos fueron saliendo de la camioneta y saltando el alambrado.

Madison tenía una sonrisa típica de una niña que hacía una travesura. Le recordaba cuando era adolescente, las incontables veces que había intentado saltar los alambrados de las pistas de carreras, y eso no era lo más difícil, sino, explicarles luego a sus hermanos como era que se hacía grandes moretones en las piernas y brazos. Así hasta que conoció al guardia y él fue el encargado de dejarla pasar de vez en cuando unos minutos, siendo un pequeño secreto entre ambos.

-No podremos sacar más de cinco... -Recordó Brian.

La morena bufó-: ¿Por qué?

-Porque no está en el plan... y no necesitamos alterar algo más, además, ¡son cinco jodidas patrullas! ¡Me siento parte del GTA!-Exclamó Marcos frotando sus manos, burlón agregó-: Deja de quejarte, pareces una chiquilla.

Antes de que se lograra subir al auto Madison logró pegarle detrás de la nuca. El grito de dolor fue amortiguado por el interior del carro, pero la risa de la morena solo por la mano de Brian en su boca.

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora