Capítulo nueve: Mision Imposible

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Narrador omnisciente:

El agente Luke Hobbs observaba atentamente como sus hombres se movían de un lado a otro terminando de armar el famoso automóvil.

—Enciéndelo —ordenó.

El ruido del motor fue un suave ronroneo, uno de los hombres habló:

—Nada fuera de lo ordinario, todo está en su lugar.

—Sigan buscando.

Los dos hombres que se habían encargado de repararlo suspiraron con cansancio, no querían quejarse ante su jefe, pero estaban lo suficientemente seguros de que el automóvil no tenía ningún problema.

—Jefe... —habló uno de ellos—. Si faltara algo lo sabríamos.

Hobbs lo miro fijamente, le colocó el seguro a un arma y la dejó sobre la mesa para acercarse al automóvil. Su mirada era tan fría y calculadora, especial para el tipo de trabajo que le era encomendado.

Rodeaba al Gt—40 como si fuera una de sus presas, buscándole el más mínimo detalle que no encajara, que le hiciera ruido.

Hasta que lo encontró.

—Es una lástima ponerle esas tonterías a un clásico —murmuro observando un punto fijo del interior, el agente miró a su jefe confundido—. Es como si le pusieran luces de neón.

Su intuición le decía que algo andaba mal. Apretó un botón del reproductor, lo cual en un segundo se convirtió en una pequeña pantalla que marcaba error.

Luke Hobbs alzó su rostro incrédulo como diciendo: «Te lo dije. Tengo razón y tú no».

En la pequeña pantalla aparecía un símbolo amarillo y la siguiente advertencia: Error, coloque el chip de navegación.

—Tienen el chip —concluyo lo obvio. Lanzó un suspiro disimulado, al menos, ahora sentía que estaba un poco más cerca de atrapar a aquellos rufianes.

Una alerta empezó a sonar llamando puramente su atención.

—La policía recibió un reporte: robo en una de las casas de Leblon. La dirección es una de las propiedades de la corporación de Hernán Reyes.

Los hilos empezaron a unirse, el cerebro del agente Hobbs iba a mil por hora.

—Si son ellos lo que haya en aquel chip los llevó hasta esa dirección.

—Son ellos —confirmo Elena Neves levantando la cabeza de los papeles que leía.

—¿Cómo lo sabes?

La oficial suspiro y respondió al agente que arregló el automóvil—: Porque nadie, créanme, nadie en Río sería tan estúpido como para robar a Reyes.


***

Absolutamente todo salía como lo habían planeado.

Reyes se había enterado del "robo" en la casa de Leblon, había dado la orden de juntar todo el dinero y asegurarlo en un solo lugar.

Tego y Rico vigilaban una de las tantas casas, específicamente la número uno, veían como los hombres con rostros serios cargaban un jeep negro con bolsos del mismo color. Roman, por otro lado, mientras comía en un pequeño local, observó cómo dos grandes camionetas frenaban frente a una casa y empezaban a bajar hombres armados. Ni siquiera se molestaban en disimular.

Y de esa forma, todos estaban en algún punto estrategido de las calles de Brasil. Mientras que Dom, Han y Brian se manejaban con autos, Madison y Gisele usaban unas motos negras.

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora