Capítulo cuatro: ¿Te gustaría ir a una cita?

24K 1.5K 163
                                    


Madison Toretto

      

Normalmente suelo despertarme tarde. Cuando todos ya están trabajando y la cocina está libre para mí. Al contrario de ayer, hoy son las nueve y media y ya estoy tomando café en una cocina sumamente vacía.

El silencio en la casa era relajante, todos dormían. Aproveche el tiempo libre y limpie la habitación, saqué las botellas de cerveza, las bolsas de frituras y ordené alguna que otra cosa fuera de lugar. El resto de la casa le tocaba a los demás.

La música sonaba despacito, terminé mi café y lavé la taza colocándola en su lugar nuevamente.

—¿Te caíste de la cama? —pregunta una voz femenina.

—Así quisiera —digo dándome vuelta.

Letty estaba frente a la heladera buscando comida, estaba vestida con la camiseta de mi hermano y sus bragas, era común verla así por las mañanas.

—Dile a Mía que vuelvo para la comida. — Beso su mejilla y tomo mi bolso de la mesada.

—¿A dónde vas? —pregunta, llevándose un pedazo de pizza a la boca.

—¡Vuelvo para la comida! —Alzo la voz ignorando su pregunta.

Letty niega con la cabeza y la pierdo de vista cuando sube las escaleras. Al salir de casa, el sol golpea contra mi rostro y lastima mis ojos.

Coloco mis lentes de sol y me dirijo hacia mi auto: un hermoso Mazda naranja y negro, mis dos colores favoritos.

Apenas prendo el motor coloco un poco de música latina. Presentía que iba a ser un buen día y que mejor idea que empezarlo con música animada.

Tarareo al ritmo de Daddy Yankee y golpeo el volante con leves palmas. El viento movía mi pelo, el sol picaba en mi brazo y me sentía alegre.

—Empecemos por lo primero... —susurro para mí misma, cualquiera que me viera de otro ángulo pensaría que estoy loca.

Tenía que ir a darle unos papeles a Héctor y suponía que estaría en el taller del amigo. No estaba demasiado lejos, tal vez unos veinte o treinta minutos.

Aprieto el embrague y pongo tercera, esquivo los autos a mi alrededor y el recorrido parece volverse un circuito. No podía evitar cantar al ritmo de la música y sonreír por la sensación de libertad.

Sin equivocarme,  Héctor se encuentra en el taller. Le doy la lista y conversamos de la carrera, mientras tanto, su amigo aprovecha a colocar un pequeño diseño a mi auto. Tenía pensado que le ponga un poco de color negro a las puertas, pero no pintarlas completamente.
Cuando el chico termina, me llama para que me acerque a ver.

—Quedó muy bien, me gusta —digo
mirando orgullosa el diseño. Le pago le que debía y me despido de mi amigo.

—Nos vemos pronto, Mad. Cuida a ese bebé. —Héctor acaricia el capó del auto causándome risa.

—Como si fuera mi vida, mándale saludos a Edwin.

Me despido tocando la bocina y nuevamente tomo rumbo hacia la avenida. Aún era temprano, once y media, suponía que en casa estarían los chicos arreglando algunos autos o simplemente preparando todo para el almuerzo.

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora