Capítulo cuatro: David Park

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Madison Toretto

Camino a paso apresurado y con una sonrisa de oreja a oreja, Mia venía tras mío, lejos por las dudas que la estuvieran siguiendo.

Mis anteojos de sol impiden que los rayos golpeen contra mi rostro, era un día hermoso y odiaba tener que llevar un buzo con capucha. Por eso, cuando entré al galpón fue cuestión de segundos en los que me saque el abrigo.

—Pero miren quien llego...

Sonrío inmensamente y envuelvo con mis brazos a Marcos. Hacia bastante tiempo que no lo veía, sin embargo, no dudó en ayudarme a pasar mi coche por la frontera.

—¿Cómo te trata la vida? —pregunto luego de que nos separamos. Él sonríe y abre los brazos, detrás suyo había más de seis autos tuneados— Veo que bastante bien.

Él se ríe y no lo niega—: Soy un hombre de negocios.

Caminamos entre los autos hasta llegar al amor de mi vida: mi hermoso Mazda Rx—7.

—Sano y salvo —dice sacando la funda que lo cubría.

—¿¡Qué demonios!? —Casi grito al verlo. Marcos se ríe y traga saliva, lo miró confundida y casi enojada. El auto había pasado de ser naranja y negro a blanco y negro— Te dije que no quería tus sucias manos en mi bebé.

—¡Oye! ¿Sabes lo difícil que fue pasarlo? —pregunta señalándome— Literalmente me pararon dos veces cuando pasé la frontera, se fijaban si no eras tú y luego me dejaban ir. Debía hacer algo.

Largo un bufido, bien, no podía enojarme por eso. Suficiente había sido que aceptara hacer eso por mí. Lo miro de reojo y camino hasta estar en la puerta del piloto, la ventanilla estaba baja y podía observar el interior, todo en perfecto estado.

—Gracias por esto —digo un poco más calmada. Marcos me guiña el ojo y se apoya en la otra ventanilla.

—Te lo debía, ¿estás emocionada por usarlo? —pregunta sonriente.

—Ni te lo imaginas... —respondo y soy interrumpida por el ruido de alguien golpeando la puerta del galpón— Seguro es Mia.

—Las llaves están en la guantera —grita mientras va hacia la puerta.

Asiento aunque no pudiera verme y abro la puerta del auto, el perfume de ambiente se impregna en mis fosas nasales y juro que  no podía borrar la sonrisa de mi cara. No me había dado cuenta de cuanto extrañaba sentir el olor característico de mi auto, si algo que cuidaba mucho era definitivamente a esta belleza.

—¿Podrías quitar esa sonrisa? Ya es escalofriante —bromea Marcos llegando junto a Mia. Ella se ríe y se quedan ambos parados a un lado del auto.

—Deberías haber visto su cara cuando le ganó a Han.

Una carcajada se me espaca de la boca, ese sin duda fue un día histórico.

Han pensó que podía ganarme porque su auto era de último modelo, él conduce muy bien pero su egocentrismo le jugó en contra. Quiso apostar y eso hicimos, si perdía le entregaría mi mejor auto, y si él lo hacía debía darme su hermoso Mazda... Ya sabemos como terminó la historia.

—Sentí que había ganado la carrera de mi vida —dije bajando y acercándome para darle un abrazo a mi hermana.

Ella me correspondió gustosa y me preguntó si había hablado con Dominic. Odiaba mentirle a Mia, pero sabía que lo mejor en estos momentos era hacerlo.

—No he hablado con él desde ayer —digo tratando de no hacer ningún gesto de más.

—Me preocupa que se deje llevar por su impulso. —La sonrisa en su rostro era débil.

Rápidos y Furiosos: Amor Encubierto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora