Capítulo catorce: La función de los títeres

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-¡Hey!- escucharon que alguien gritó delante. Al voltear era Axel, quien ya se encontraba dentro de la pancarta junto con Eli y Raven. -¡Ya compré sus boletos! ¡Ya casi empieza la función!.

Volviendo a la realidad los chicos rápidamente corrieron hacia dentro de la pancarta para ya poder disfrutar de lo que sea que pudiese ofrecer cómo espectáculo.

Entraron y era impresionante la cantidad de asientos que habían adentro, simplemente no se les veía un final. Era posible que se perdieran fácilmente, pues el lugar era enorme y poco alumbrado por el hecho de que el espectáculo ya estaba a punto de comenzar.

El dulce y delicioso aroma de algodón de azúcar y palomitas de maíz recién hechas invadieron rápidamente las fosas nasales de los chicos, abriendo así su apetito.

Velozmente fueron con uno de los compradores ambulantes para poder comprar aquellos exquisitos manjares.

-No sabía que te gustaba el algodón de azúcar, Jasper.- comentó el otro chico del grupo con burla mientras tomaba un sorbo de su gaseosa.

-Hay muchas cosas que no sabes de mí, Axel.- respondió este mientras le entregaba el cambio al vendedor para por fin poder disfrutar aquella golosina que tanto le fascinaba.

Habían muchas personas llegando y tomando su asiento, así que rápidamente fueron avanzando para poder llegar a los suyos.

Un par de palomitas cayeron de la bolsa de Sam al avanzar y tropezar por accidente con algunos pies de la multitud que se encontraba ahí.

Pedía perdón torpemente mientras avanzaba con dificultad, por Dios ¿Quién había sido el genio que se le ocurrió la brillante idea de poner demasiado juntos los asientos?

Afortunadamente llegó a tiempo a su lugar antes de provocar más desastres.

Entonces los chicos finalmente se sentaron en este orden: Axel del lado derecho mientras que Raven se posaba a su lado y de ella seguía Eli, después Sam y finalmente Jasper. Estaban en unos de los asientos que se postraban casi hasta arriba, teniendo de esta forma una amplia vista del escenario.

-Bonito conejo.- le dijo Sam a Eli cuando notó el peluche azul que sostenía en sus brazos cómo lo más preciado del mundo.

-¿Verdad que sí?- sonrió.

De pronto, una música inspiradora comenzó a sonar mientras que las luces que alumbraban aquél sitio se apagaban abruptamente y eran reemplazadas por otras que se movían al unísono de la melodía.

-Damas, caballeros y niños...- se escuchó que dijo una voz de hombre suave y animada. -Sean bienvenidos a uno de los mejores espectáculos que podrán ver en toda su vida...- hizo una pausa mientras la música sonaba dando el ambiente. -Prepárense para presenciar acrobacias espectaculares, actos sumamente estratégicos, chistes y frases originales, entre muchas cosas más... -hizo nuevamente otra pausa lenta y prosiguió. -Disfruten cada momento de esta función, porque será una experiencia que quizá nunca más vuelvan a repetir... Muchas gracias, disfruten nuestro espectáculo.

Los aplausos se hicieron presentes dando inicio a lo que parecía ser un show prometedor.

(...)

La función estaba siendo completamente increíble.

Los trapecistas eran sensacionales. Sus acrobacias eran muy arriesgadas pero estaban tan perfectamente coordinadas que impactaron al público de tan sólo verlas.

-Mierda... ¿Cómo no se marean?- preguntó Axel viendo cómo uno de los integrantes del elenco llevaba ya varias vueltas. Sentía que iba a vomitar de tan solo verlo.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora