Capítulo treinta y ocho: Un traidor entre nosotros

9 2 0
                                    

-¿Qué mierda haces aquí?- preguntó Samantha tratando de controlar su calma mientras observaba al chico delante suyo.

-Tiempo sin vernos ¿eh?- contestó Frank mientras se sentaba delante de su mesa.

-¿Qué es lo que quieres?- cuestionó manteniendo su alerta encendida. Era el chico que había golpeado a Tom cuando habían ido a recuperar su diario en aquél salón de clases.

Él y su grupo de pandilleros locos habían estado merodeando por las instalaciones de la universidad sin ni siquiera ser estudiantes, y todo para hacer desastre.

En esa ocasión no la hubiesen librado de no ser por la ayuda que recibieron de Jasper. Vaya que le debía mucho a ese chico.

Pero ahora estaba sola.

-Esas no son maneras de tratar a un amigo.

-Tú no eres mi amigo.

-Rompes mi corazón.- tocó su pecho burlonamente. Estaba comenzando a ser irritante.

-Vete de aquí o comenzaré a gritar.- amenazó mientras mantenía su mirada firme y la clavaba en él.

-Adelante, hazlo.- su sonrisa se amplió más y la posicionó de lado, mostrando de esa forma un hoyuelo en su mejilla derecha. -Pero si lo haces, no podrás recibir información valiosa.

-¿De qué hablas?- preguntó con cautela.

-Tal vez dentro de tu poderoso círculo de amigos, hay una rata traidora.- dijo mientras sonreía cínicamente.

-¿Dentro de mi grupo de amigos? ¿cómo es que sabes de ellos?- preguntó confusa y un poco nerviosa.

-No es por nada, pero suele ser demasiado divertido espiarlos.- contestó mientras se glorificaba con la expresión de la chica.

Parecía un demente, un psicópata. Era demasiado escalofriante.

-¡¿Nos has estado siguiendo?!- preguntó exaltada. Ese chico era un acosador, un criminal, y comenzaba a intimidarla.

-No es personal. Sólo digo que deberías de prestar un poco más de atención a tus amistades.

-No voy a seguir escuchando las tonterías de un bravucón como tú.- se levantó dispuesta a retirarse, pero la voz del chico la detuvo.

-Allá afuera se encuentran Henry y los demás. Apuesto que Chloe estará contenta de verte, y quizás quiera darte la bienvenida que no pudo darte antes.- contestó el joven.

Sam lo pensó unos momentos mientras lo observaba. Finalmente decidió sentarse nuevamente. Estaba acorralada.

-Bien hecho, muñequita.

-No me digas "Muñequita".- le contestó irritada.

-Tienes agallas, muñeca.

Le sudó un huevo lo que le dije.

-¿Qué es lo que quieres?- preguntó más directamente y con una expresión molesta.

-¿No puedo charlar pacíficamente contigo? Digo, hace mucho no tenemos un encuentro.

-Ve al punto.

Frank colocó su dedo en su labio mientras proyectaba un pequeño zumbido. Estaba simulando silencio para que ella callara.

-Yo decido cuándo ir al punto y tú cierras tu boquita.

Cuándo vio que Sam dejó sus intenciones por querer hablar, prosiguió.

-No es de mi incumbencia tu vida. En realidad me importa una mierda. Pero debo decir que es interesante la tramoya que se traen, tanto que parece una novela realmente mala.- se burló unos instantes. La furia en la joven comenzaba a acumularse. -En fin. Quiero hacer las cosas más interesantes, así que vengo a decirte que no todo es lo que crees. Estás confiando en la persona equivocada, y pronto lo descubrirás.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora