Capítulo treinta: Memorias

18 4 0
                                    

Nora observaba fijamente a Sam, como si tratase de averiguar qué era lo que sus pensamientos escondían. Esta sólo se mantenía inmune, las manos le sudaban y sentía el palpitar de sus latidos.

-Necesito saber que es lo que has visto.- pronunció la chica después de un largo tiempo.

-Pues... He tenido alucinaciones con sombras y esas cosas...- fue interrumpida.

-No me refiero a eso. Quiero ver lo que has visto, desde tu perspectiva.- aclaró la joven mientras se levantaba de su asiento.

-¿Cómo?- preguntó incrédula sin saber a lo que se refería.

-Quiero que te acuestes aquí.- anunció Nora mientras se dirigía a uno de los sofás de lana que se encontraban en aquella vivienda.

-¿Qué es lo que tienes planeado?- le preguntó Tom mientras se acercaba a la chica, los demás imitaron esta acción.

-Ya lo verás.

Samantha hizo caso y se dirigió a uno de los sillones grandes. Se veían cómodos. Los cojines carmines hacían juego con la alfombra.

Sam se sentó en el centro del sillón.

-No seas tímida, acuéstate.- dijo amablemente la chica. Samantha la observó por unos segundos y después obedeció. -Oye, tú- señaló a Eli. -Necesito que me traigas dos velas de las que dejamos en la mesa, si no es mucha molestia, claro.

-No, para nada.- pronunció dulcemente y se adelantó a hacer lo que Nora le pidió.

-De acuerdo, Sam, necesito que te relajes. Cierra los ojos y pon tu mente en blanco.

-Bien...- trató de hacer lo que la chica le pidió, pero escuchaba los susurros de sus amigos y le era difícil tratar de concentrarse.

-Oigan, si quieren estar aquí necesito que guarden absoluto silencio.- Nora se giró a los chicos y más que una llamada de atención, aquello fue un regaño.

Ellos estaban posicionados a sus espaldas, por lo cual, sólo estaban ella y Sam al frente.

Nora acercó una pequeña mesa que estaba ahí y removió las cosas que tenía encima. Tomó las velas que Eli había traído y colocó una en la parte de la cabecera de Sam. La otra la puso cerca de los pies de la joven.

Finalmente ella se sentó en la pequeña mesa quedando así frente a frente con Sam.

-Dame tus manos.- dijo a lo cual la chica con los ojos cerrados hizo caso. -Necesito que pongas tu mente en blanco. No pienses en absolutamente nada. Sólo relájate e imagina que sólo somos tú y yo, lo demás no importa.

Con un suspiro, Sam intentó obedecer lo que Nora le decía.

-Concéntrate en mí, concéntrate en mi voz. No hay ningún otro ruido; no hay aves cantando, no hay brisa que choque con tus oídos, no hay ningún ruido proveniente del exterior. Sólo mi voz, solamente mi voz.

La joven de rizos suspiró creyendo firmemente esas palabras. Creyendo lo que ella trataba de decirle. Creyendo aquél suceso.

-Bueno.- dijo Nora girándose a los chicos detrás suyo. -Pase lo que pase, escuchen lo que escuchen, no traten de despertarnos.

-¿Qué? ¿por qué lo dices? ¿de qué hablas?- cuestionó Raven.

-Voy a indagar en sus recuerdos. Si ustedes nos interrumpen, no sólo Sam saldría perjudicada, sino también yo. Podemos quedar atrapadas.- aclaró dejándolos callados, después de eso la joven volvió hacia Sam. -De acuerdo... Es mi turno.- pronunció Nora. Cerró sus ojos y relajándose hizo lo que le había pedido a Sam. Siguió sus propias palabras.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora