Capítulo cincuenta y seis: El final

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Una luz cegadora inundó sus ojos.

Los abría lentamente. Aquella luz blanca peleaba contra sus córneas.

La radiante luz se clavaba en su vista tan fuertemente que pudo sentir un pequeño mareo, y después de esto, un dolor en su cabeza y pierna.

Se tocó la cabeza con los ojos cerrados y sintió un vendaje en ella.
Los abrió de nuevo, y observó cómo se encontraba recostada en una especie de camilla.

Visualizó a su alrededor cuando su vista comenzaba a acostumbrarse.

Estaba vistiendo un clásico traje de paciente, y su conjunto iba acompañado con un yeso en su pie y un vendaje alrededor de su pierna.

En su mano se clavaba una aguja que le proporcionaba algún tipo de suero y también se encontraba conectada a un aparato que monitoreaba los latidos de su corazón.

—Despertaste...— escuchó a su lado.

Volteó y se topó con aquellos ojos negros que ya conocía.

—Jasper...— nombró Samantha. —¿Qué pasó? ¿dónde están los demás?

—Están abajo comiendo. Tuvimos que trasladarte de urgencia aquí. Tu salud se complicó demasiado en el incendio.

—¿Qué pasó con el muñeco? ¿el diario?

—No hay más que temer.

—Dios...— dio un pequeño suspiro.

—Fue una total pesadilla, pero me alegra que ahora te encuentres bien.

La puerta se abrió y unas pisadas comenzaron a escucharse.

—No tenían donas glaseadas pero conseguimos con mermelada de frambuesa.— adoraba ese particular tono de voz en Axel. —Espero que no sea un problema, porque...

—¡Estás despierta!— Eli corrió rápidamente hacia la chica y trató de darle un abrazo cuidadosamente.

—¿Por qué no nos avisaste?— regañó Raven a Jasper mientras se acercaba también.

—Acaba de abrir los ojos.

—¿Apenas?— preguntó Axel y se sentó a un lado suyo.

—¿Cómo? ¿Cuánto tiempo pasó desde que estuve inconsciente?

—Tres años.— respondió Axel pero rápidamente fue golpeado por Raven.

—¡¿Qué?!

—Es broma. Sólo han pasado dos semanas.

—Diablos...

—¿Te encuentras bien ahora? ¿Nada de efectos secundarios o algo así?— preguntó Jasper observándola.

—No, nada de eso. Pero ¿Qué pasó con la casa? ¿Y Hannah? ¿Saben algo de ella? ¿Y mamá?

—No hemos ido a ver a Hannah. Y tu madre ha estado viniendo constantemente a verte. Pronto le hablaremos... Claro, si quieres conversar con ella. La casa fue totalmente calcinada hasta los escombros. Ya nada se encuentra ahí.

—Me alivia tanto...— se detuvo un momento para pensar las cosas. —No quiero hablar aún con mi madre, pero avísenle que estoy estable.

—A tus órdenes.

—Todo estará bien ahora.— mencionó Axel.

—Sí, pero todo se lo debemos a Sam. Te arriesgaste tanto para salvarnos.— completó Raven.

Esbozó una ligera sonrisa. Por primera vez en mucho tiempo sentía una tranquilidad en su corazón.
Pero algo volvió nuevamente a sus pensamientos.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora