Capítulo cincuenta y cuatro: Entre llamas pt. II

6 2 0
                                    

Ahí estaba la persona que más la había impulsado a seguir adelante.
Ahí se encontraba, con su inconfundible atuendo. Ahí se encontraba su querido y amado padre.

—Así es... Sam... Has crecido mucho desde que me fui.

Samantha se quedó callada.

—Te he extrañado tanto. Tanto que no puedo expresarlo con sólo palabras.— volvió a hablar su progenitor.

Se contuvo las ganas de querer llorar.

—Ojalá todo hubiese sido distinto. Me habría encantado ver a la gran periodista que te vas a volver.

—¿Cómo?— preguntó con un nudo en la garganta.

—¿Lo olvidaste? Querías ser una gran periodista, reconocida en todas las ciudades por sus impactantes noticias que asombrarían al mundo. Por eso fuiste a la universidad. Por eso quisiste investigar por tu propia cuenta.

—Fue algo estúpido.— comentó Samantha mientras agachaba la cabeza.

—Nada de eso... Es lo que me mantiene orgulloso, el poder saber las agallas que tienes. Mírate, eres realmente impresionante.

—Creo que eso se acabó...

—¿Por qué lo dices?

—Ser periodista no es algo que precisamente me importe ahora.— se atragantó un poco en la última palabra. Desde hace mucho veía irrelevante aquello.

—Vamos... No seas tan pesimista... Sé que podrás lograrlo.— respondió el hombre mientras daba unos pasos para poder llegar a ella. —¿No querías que tu querido padre estuviera orgulloso de ti?

—Quién no querría eso.— rió por lo bajo.

—Adelante... Deja esta locura y ve por ello.

—Es tarde... Ya no tengo esa meta. Ya no me motiva. Ya no tengo nada en particular.

—Sé que sí.

—Sólo... Tenía un sueño.

—Y ese sueño no tiene porqué morir.— el hombre comenzó a acercarse hacia ella. —Ven... Vámonos. Es hora de volver a casa.— extendió su mano para que la chica la pudiera sujetar.

—¡No me dejes! Por favor... No lo hagas... — se escucharon los gritos de fondo de Jasper. Sus sollozos retumbaban en todo el sótano.—Te amo.

—Cómo si fuese tan estúpida para hacer eso.— la joven lanzó la cabeza del títere al fuego con tal fuerza que rompió el círculo.

Una visión de ella con la cabeza cortada apareció en su mente.

Se sostuvo el cuello unos instantes mientras apretaba fuertemente los ojos.

—¡Imbécil!— gritó una voz profunda desde la boca del hombre. Este comenzó a deformarse y a volverse una sombra negra y oscura.

Samantha fue alzada con fuerza y sentía cómo el aire comenzaba a faltarle.

—No te tengo miedo.— mencionó ella desde arriba mientras observaba unos ojos rojos provenientes de la sombra.

Esto enfureció al ser y la lanzó contra la pared sólo para golpearla, pero en ningún momento la soltó.
El fuego se expandía por todo el sótano, y el humo nublaba por completo su visión.

—El único portal que te dejaba quedarte aquí se está calcinando... ¡Vuelve al maldito infierno! ¡Lamashtu!

Gritos provenían del fuego. Gritos que no sabía distinguir si eran de hombre o de mujer. Sonidos de animales siendo torturados insanamente. Sonidos de cadenas.
Todo se estaba mezclando. Todo se mezclaba y contenía dentro de su cabeza y alrededores.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora