Capítulo cuarenta y cinco: La puerta hacia la verdad

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Había comenzado a llover y los vidrios se empañaban con las frías gotas que la naturaleza expulsaba desde las nubes grises y oscuras.

Parecía que el destino se encargaba siempre de poner las peores ambientaciones en los momentos menos indicados.

El vehículo saltó sobre sí desde un lado de las llantas. Se habían topado con un pedazo de concreto poco estabilizado.

Sam alcanzó a escuchar un pequeño quejido por parte del chofer.

El camino fue silencioso. Sin ningún diálogo más que el de Axel diciendo un "Buenas noches" al entrar y la contestación que le dio el conductor.

Fuera de ahí, nadie había pronunciado una sola palabra.

Los únicos ruidos en aquél espacio de tantas personas provenían de la radio, las respiraciones de los chicos y los sonidos del exterior.

Mientras avanzaban con el pasar del rato, el cielo se iba tiñendo de un oscuro y sombrío gris que no ayudaba con la noche.

Un par de calles más tarde, lograron llegar a su destino.

El hospital psiquiátrico se encontraba ahí, tan imponente cómo en las fotografías que habían visto antes de ir.

No estaban directamente afuera, pues el estacionamiento de este le impedía al taxista acercarse.

-Muchas gracias.- dijo Eli mientras bajaba del vehículo. Los demás imitaron esta acción dejando finalmente a Jasper al final.

-Lo sabía.- murmuró para sí mismo mientras sacaba su billetera para pagar el viaje.

-De acuerdo. ¿Cuál es el plan?- preguntó Alex mientras caminaba hacia la banqueta junto con sus amigos.

La noche los cubría con las gotas heladas de agua. No habían llevado paraguas y ahora pagaban las consecuencias.

-Creo que no sería buena idea que vayamos todos... Y además, no sabemos siquiera si Hannah realmente se encuentre aquí.- mencionó Tom quien se quitaba su chaqueta para cubrir a Sam en lo que llegaban a una pequeña estancia que les proporcionara refugio.

-Tiene razón. No podemos simplemente llegar y decir "¡Hola! Vinimos aquí para entrevistar a la desequilibrada, perturbada y chiflada de Hannah causante de nuestras pesadillas. Por cierto, nos vendría bien un poco de chocolate caliente y unas mantas."

-Axel, deja de ser un idiota. Obviamente traemos un plan de reserva, ¿qué crees que estuvimos haciendo durante semanas?- respondió Raven mientras avanzaban.

-Ehh no lo sé. ¿Jugar a los cazafantasmas, quizá?

-Sólo cierra la boca.

El suelo era resbaladizo y con tan sólo un descuido podían caer. Caminaban detrás de otros, observando cada detalle; el jardín decorado con algunas flores alrededor de la entrada. No era un palacio, pero lograba milagrosamente aparentar uno. El estacionamiento que rodeaba el pasto y sillas de afuera, una pequeña fuente en el centro con un ángel que simulaba escupir chorros de agua por su boca, los muros que se alzaban en cada extremo de la zona para que ninguno pudiese escapar. Era un poco tétrico si teníamos en cuenta la lluvia y todo lo demás que llevaban consigo.

La reja de color negro estaba ahí, delante de ellos. Raven la tocó un momento antes de abrirla para entrar, no sin antes que un guardia de seguridad que se encontraba dentro de su cabina les pidiera a cada uno sus identificaciones.

-¿A qué vienen?- preguntó el guardia. Notaban desconfianza en él. Nunca habían ido a ese sitio y era de esperarse. Y más porque todos los que estaban ahí eran jóvenes, no era un ambiente para adolescentes.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora