Capítulo cuarenta y uno: De vuelta en casa

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Habían llegado a la vivienda en un abrir y cerrar de ojos. En el camino algunos de sus amigos ya se comenzaban a quedar dormidos, por lo cual, en cuanto llegaron, Alice les mostró sus habitaciones.

Samantha no era la excepción. Ella sólo quería descansar, pero su madre la contuvo unos momentos para que le ayudase a ordenar unas cosas.

Tom se unió a la causa y eso sumó puntos para que Alice lo aceptara. Aunque bueno, ya lo había hecho.

Cuándo por fin terminaron, Samantha se despidió de Tom y se condujo a su cuarto.

Al entrar por esa puerta, no pudo evitar que la nostalgia la invadiera.

Tanto tiempo sin estar ahí... Realmente extrañaba su hogar.

Todo seguía tal y cómo lo había dejado. Todo seguía completamente igual. Era cómo si nunca se hubiese marchado, cómo si nunca hubiese partido de su lugar de origen.

Observó las fotografías pegadas en su pared; eran de ella y sus padres.

Una en particular era la que más le gustaba contemplar. Esa donde su padre la cargaba en brazos. Se les veía con una sonrisa enorme.

Recordaba bien ese día, pues había sido su cumpleaños número cinco.

Tocó suavemente la fotografía y la siguió observando por unos instantes más.

-Lo extrañas... ¿verdad?- dijo una voz detrás suyo.

-Sí... ¿y tú?- se giró para verla frente a frente.

-Todos los días.- contestó su madre.

Ambas se sentaron en la cama y Alice la abrazó de lado.

-Pero sé que estaría muy orgulloso de la mujer en la que te has convertido.- aseguró su madre mientras la observaba con dulzura.

-¿Tú crees?- preguntó Samantha sin voltearla a ver.

-Lo afirmo completamente.- contestó con delicadeza.

Se quedaron unos instantes en silencio. Sólo observando aquella imagen, que a pesar de los años, se mantenía con unos colores vivos.

La tranquilidad de estar nuevamente en ese sitio era obsoleta, pero se quebrantaba cuando recordaba el por qué había vuelto.

-Qué bueno que volviste.- mencionó su madre. -Estaba realmente preocupada por ti.

-¿Por qué lo dices?- preguntó meticulosamente.

-El estrés de la universidad puede ser demasiado para una joven cómo tú. Sólo quiero que estés bien.

Sonaba convincente, pero no podía ignorar su comportamiento de días anteriores. Prefirió ser directa de una vez por todas.

-Mamá... ¿Me ocultas algo?

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora