Capítulo seis: Cantos en la Oscuridad

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Sam había acomodado todo con mucho cuidado.

Intentando no despertar a Jasper, la chica comenzaba a prender su luz de noche mientras se recargaba en el respaldo de la cama.

Unos minutos atrás le había enviado un mensaje de texto a Eli diciéndole que no podría encontrarse con ellos porque tenía mucha tarea  y que tardaría más de una hora en terminarla.

Fue una gran y vil mentira, pero bueno, ya estaba dicho.

Tomó sus lentes y cuando encontró la página en la que se había quedado del diario, comenzó a leer.

24 de abril de 1986

Escucha... Lamento no haber escrito durante varios días pero... Necesito ayuda...

Tengo mucho, demasiado miedo...

Voy a llorar, estoy terriblemente asustada, y no sé qué hacer...

Mi corazón está latiendo con fuerza, tanto que siento que se saldrá de mi pecho. Mi respiración está agitada, me cuesta demasiado poder tomar aire.

Siento que la gente pensaría que estoy loca por decir esto, pero juro que es totalmente verdad...

Hace unos momentos, hace apenas unos instantes, hace tan solo unos minutos, me desperté.

Tuve otra pesadilla, otra maldita pesadilla con ese títere.

Ese bastardo no puede dejarme en paz ni en mis sueños.

Él... Estaba acostado al borde de la cama de mi madre, como de costumbre.

Pero en esta ocasión, mi madre estaba despierta, acariciando su cabello sintético color marrón.

Mi madre estaba en una especie de trance, observándolo fijamente mientras este se posaba en sus brazos.

Al mismo tiempo ella parecía estar... ¿Cantándole?

Si, eso creo, parecía estar cantando una canción infantil por lo que pude notar.

El problema consta en que...

Aquél extraño ser del cuál yo desconozco...

Estaba sonriendo vivamente...

Maldita sea, estaba moviendo su rostro tétrico, sus cejas arqueadas, su sonrisa maniática, sus ojos oscuros y profundos...

¡Estaba moviendo sus facciones!

¡¡El muñeco estaba vivo!! ¡¡¡Y lo peor es que estaba con mi madre!!!

Me desperté aterrada. Aterrada porque esa pesadilla se sintió mucho peor que las anteriores, esa pesadilla al igual que las otras últimas se sentía tan...Tan real, tan jodidamente real y cierta, tan estúpidamente real que se sintió extraño que sólo hubiese sido un sueño.

Pero a la vez me desperté aliviada. Ya que, que horrible hubiese sido una realidad así...

Mi garganta estaba seca, y me costaba mucho tragar saliva. Decidí bajar a la cocina y tomar un vaso con agua.

Todo estaba tan oscuro, hasta el pasillo que parecía ser interminable era sumamente tétrico.

Tomé las fuerzas necesarias para pasar a través de él, logrando como resultado poder llegar a las escaleras. Una a una las comencé a bajar. Temiendo de no despertar a mi madre, intentaba hacer el menos ruido posible, por la madera que crujía.

Mi padre no estaba en casa. Él se quedó trabajando hasta muy tarde, así que bueno, mi única preocupación era no molestar a mi mamá.

Cuando bebí lo suficiente, saciándome de mi implacable sed, recorrí nuevamente el camino que anteriormente había tomado.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora