Capítulo quince: Alucinaciones

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Sam lloraba descontroladamente mientras gritaba tratando de quitarse de encima aquella cosa. De pronto algo la tomó del brazo.

-¡Tranquila!- le gritó Jasper. -¡Soy yo! ¡Hey, escucha!

Pero Sam no podía parar, ella seguía gritando y pataleando para deshacerse de él.

-¡Samantha!- le gritó nuevamente con un claro tono de autoridad mientras fuertemente la sostenía de los brazos y la giraba hacia él para que lo viese a la cara.

La chica pareció reaccionar y dejó de golpearlo.

-¡¿Qué sucedió?!- exclamaba Axel por detrás.

-¿Te encuentras bien?- preguntaba Eli al lado del chico con esa mirada azul llena de preocupación.

-Sam...- pronunció Raven y aunque no podía verla porque se encontraba detrás de Jasper, sabía que estaba igual de conmocionada que sus demás amigos.

La chica desconcertada con su mirada avellana visualizó a su alrededor, percatándose de que estaba completamente solitario el lugar como cuando había llegado. No había luces, sillas, ni títere... Todo permanecía en la penumbra, y lo único que iluminaba aquél tétrico ambiente eran las luces de los teléfonos móviles de sus acompañantes.

-Yo...- pronunció finalmente. -Creí haber visto algo.

-¿Qué cosa?- preguntó Jasper mientras la veía fijamente. Sus lágrimas aún estaban posándose en sus mejillas aunque ya había dejado de llorar. Ella dirigió sus asustados ojos desorbitados hacia la mirada del chico quien seguía sosteniéndola aunque ya no tan fuerte cómo anteriormente. Ella quería decirle, quería decirles a todos sus amigos, pero ¿Cómo?

Seguro pensarán que estoy loca. No quería perderlos, no quería que se alejaran de ella.

-Nada...- dijo finalmente. Jasper la soltó con sumo cuidado.

-¿Estás segura?- le preguntó Raven acercándose a ella.

-Sabes que estamos aquí para lo que sea que necesites.- anunció Eli.

-De verdad se los agradezco... Pero no fue realmente nada. Sólo me asusté, eso fue todo chicos.- trataba de hablar pero el nudo en su garganta se lo hacía casi imposible.

-¿Qué fue lo que te asustó?- le preguntó Jasper.

-Bueno... Es vergonzoso, pero...- trataba de encontrar que palabras decir y hacer una improvisada mentira. -Le tengo miedo a la oscuridad...

Una carcajada resonó en todo el lugar. Axel estaba siendo un verdadero idiota.

-¿Es en serio?- preguntó entre risas mientras se limpiaba una lágrima imaginaria.

-Cállate.- regañaba su amiga de cabellos azules y morados.

-Es sólo que estábamos tan preocupados por ella y me imaginé algo peor.- comentaba.

-Pues al menos fue eso y no otra cosa... Sam, nos tenías realmente asustados.- Eli la abrazó con un aire maternal que la hipnotizó.

-Bueno, ya que aclaramos este asunto, hay que irnos. Es tarde.- recordaba Raven.

-Tienes razón.- contestaba Samantha.

El camino de regreso a casa había sido igual de agradable como el anterior. Los chicos conversaron y rieron, incluida Sam. No iba a preocuparlos, no iba a arruinarles la noche y menos con algo como eso. Probablemente le estaban afectando las pesadillas y el no dormir... Quizá sólo era su mente... Pero aún así, tenía un poco de miedo, miedo porque se había sentido demasiado real, y hasta en cierto grado le aterraba que lo fuera.

Finalmente llegaron a las instalaciones de la universidad. Eran las 9 de la noche, y aunque Axel reclamaba para ir a algún otro sitio, los chicos creyeron que ya había sido suficiente por ese día. Se despidieron y todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones.

Cuando Sam y Jasper llegaron a la suya, ella habló rompiendo el cómodo silencio.

-Gracias por aceptar mi invitación, me divertí mucho contigo y los demás.- no habían pronunciado ninguna palabra desde que se despidieron de sus amigos.

-Gracias a ti... Supongo, fuiste tú quién me invitó y de no ser así probablemente hubiese pasado un aburrido día.- declaró mientras buscaba la llave de la habitación.

-¿Tú agradeciéndome? Wow... Eso sí que es algo nuevo.- exageraba su tono de voz junto con sus palabras, pero claramente estaba sorprendida. Comenzaba a conocer una nueva versión de su compañero, una que honestamente no quería perder.

-No exageres.- dijo con una leve sonrisa y abriendo la puerta, Sam entró dejando su mochila en el piso y rápidamente se postró en su cama. Había sido un día agotador. -Oye...- volvió a hablar él percatándose del objeto en el suelo.

-¿Qué sucede?- preguntaba sentándose en el borde de la cama.

-¿Qué fue lo que pasó cuando fuiste por tus cosas?- interrogó violentamente, sin siquiera darle tiempo de asimilar mientras se volteaba para cerrar la puerta.

-Ya te dije, sólo...

-No digas que fue por tu miedo a la oscuridad, sé perfectamente que no fue por eso.- interrumpió, dejándola sin palabras.

No sabía qué responder, él la había tomado por sorpresa.

-¿Cómo lo sabes?- preguntó inútilmente.

-Sólo lo sé.- hizo una pausa y siguió. -Además, dormimos con la luz apagada. Genio.

Mierda. Era verdad. No había pensado en eso.

-¿Y bien?- volvió a preguntar, esta vez viéndola a la cara.

Sam estaba un poco desorientada por aquellos descubrimientos que su compañero había hecho, y realmente no tenía idea de que responderle. Estaba debatiéndose consigo misma internamente si debía o no contarle lo que sucedió, hasta que finalmente dedujo que no tenía otra opción y tuvo que decirle la verdad.

-Las pesadillas...- pronunció atrayendo toda la atención de su amigo. -Fue como si las pesadillas se hubiesen hecho realidad... Como una especie de alucinación.

El joven se quedó perplejo ante aquella revelación. Pareció meditarlo unos segundos mientras la observaba detenidamente. Después de unos momentos sumamente eternos, el chico se rascó la cabellera negra y habló.

-Te dije que te afectaría. Es necesario que ya comiences a checarte con un profesional.- aconsejó, y aunque no pareciera por su rostro serio, en el fondo sentía un poco de preocupación por ella.

-No es nada grave, tranquilo. Sólo necesito descansar. Tomaré algunas pastillas para dormir y ya no habrá problema.

-No es tan fácil como sólo decir eso.- pareció regañarla, haciéndola sentir una niña pequeña.

-De acuerdo, pero a caso... ¿Tú te checaste cuándo te encontré desmayado?

-Lo mío es completamente distinto.- Sam pareció meterse en un campo minado pues el chico ahora desprendía un aura atemorizante. Pero bien, no pensaba retroceder en lo más mínimo.

-Sabes que no.- respondió sin sutilidad.

-No te metas en mis cosas.

-Y tu no te metas en las mías.

-Sólo lo hago para que no empeores maldita sea.- respondió más irritado.

-No puedes decirme qué hacer cuando ni siquiera tú lo haces.- touché.

Jasper la vio por unos momentos y sin decir ninguna palabra se giró, tomó sus cosas y salió de la habitación para dirigirse a quién sabe dónde.

La chica suspiró.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora