Capítulo veintisiete: Un nuevo aliado

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-De acuerdo, pero tú harás mis tareas en los próximos tres años.- anunció Tom mientras peinaba su cabellera castaña.

-¿Disculpa? Eso es jugar sucio.- reprochó Sam mientras caminaba junto a él. Se dirigían al comedor principal ya que ya era la hora del almuerzo.

-Tú perdiste la apuesta, así que creo que es un precio justo el que hagas mis tareas.- sonrió con malicia. Era realmente un ególatra al decir aquellas palabras.

-¿Perder, yo? Ni siquiera hemos comenzado, pequeño tramposo.- Sam era una increíble amiga. Era buena y solidaria con todos. Amable y empática. Pero cuando se trataba de apostar, nadie podía ganarle a sus aires de grandeza y espíritu competitivo, ni siquiera Tom.

-Sólo digo que en estos exámenes será obvio quien saque mayor porcentaje y quien gane la apuesta.- abrió la puerta del comedor para que Sam entrara primero y después él pasó.

-Si, y seré yo.- sonrió al ver como Tom frunció el ceño. Era bueno tener un amigo con quien distraerse del desastre que pasaba en su vida. Tom le hacía olvidar por instantes sus miedos y frustraciones.

-Bien, pero, cambiando de tema. ¿Crees que sea buena idea que me presentes a tus amigos? digo, no es que no quiera, pero no los conozco y no sé si congeniemos. Ya sabes a lo que me refiero.

-Oye, eres mi amigo y quiero que conozcas a los demás para que te integres. Claro que se llevaran bien. Son comprensivos y graciosos, así que no te preocupes.- Sam animaba a cualquiera con un par de palabras, eso era un hecho.

-Es broma, obvio me amarán. Soy increíble.- contestó a lo cual los dos rieron mientras la chica le daba un par de palmadas en la espalda.

-¡Oh! mira, allá están.- dijo mientras que con su dedo índice apuntaba a su grupo de amigos. Ellos se encontraban en la última mesa del comedor en la esquina.

Dieron algunos pasos siguiendo a la multitud para poder encontrarse con los chicos. Cuando llegaron al punto de encuentro, Sam habló.

-Hola, quiero presentarles a alguien.- anunció mientras que Tom se postraba a su lado con un aura tranquila y relajada.

Pero no recibió respuesta alguna por parte de sus amigos.

Raven volteó a ver a Sam con una mirada llena de preocupación mientras abrazaba a Eli la cual temblaba descontroladamente. Pudo visualizar que debajo de todo ese maquillaje cargado con tonos extremadamente oscuros, Raven llevaba ojeras que antes no podía distinguir. Eran demasiado notorias quizás, pero nunca prestó la suficiente atención para verlas.

Jasper se mantenía inerte con los brazos apoyados en la mesa, estos sujetaban su mentón en forma de v invertida. Sus ojos se veían cansados y angustiados. Ya no eran frívolos o controladores, ahora se veían desamparados.

Axel ni siquiera volteó a verla, mantenía la mirada agachada, observando sus manos. Se le veía nervioso, estaba pálido y parecía que algo en su mente lo agobiaba. Ni siquiera tenía comida delante suyo, y eso era extremadamente extraño ya que por lo general mantenía cantidades enormes de comida encima de la mesa durante el almuerzo.

-¿Ocurre algo?...- se animó a preguntar al ver esa escena. Su ánimo había caído en picada y ahora estaba preocupada por sus amigos.

-Tenemos que hablar.- le respondió Raven con un tono apagado de voz. Después de ver a Sam sus ojos se dirigieron a Tom. -A solas.

-¡Oh, no! Tranquilos. Él es de confianza.- trató de persuadir mientras observaba a detalle.

-No, Samantha. Está bien. Ellos te necesitan ahora y no creo que sea correcto que me quede.- Tom estaba listo para marcharse pero la chica lo detuvo del brazo evitando que eso ocurriese. Después se giró para observar a Raven y habló nuevamente.

El Diario de HannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora