XL - Lallybroch

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Esta vez quien dirige nuestro trayecto es la memoria de Jamie, pues no hemos encontrado el lugar en el Google Maps. Yo no tengo muchas esperanzas, pero la alegría en los ojos de Jamie cuando se vislumbra un arco de piedra al final de un camino de tierra, tras haber pasado valles y verdes montañas ladeando carreteras comarcales mal asfaltadas, me dice que lo hemos encontrado.

Detengo el coche al inicio del camino, mirando a Jamie sin saber qué hacer, pues temo que sea una propiedad privada. Sus ojos grises me miran suplicantes.


-Es mi casa, Enya. Lallybroch.- Implora. Y con un suspiro, aparco el coche junto a un árbol frondoso que lo camufla y desvía la atención sobre él.


Pero cuando traspasamos el umbral, el lamento que se escapa entre los labios del Laird me rompe el corazón.

Y es que el estado de abandono en el que se encuentra afligiría a cualquiera: el suelo que está libre de matorral, está enfangado y con restos de vigas de hierro y uralitas de obras pasadas. El esplendor que una vez caracterizó este hogar, sólo se vislumbra en los cimientos, pues es lo único que ha quedado.

No queda ninguna ventana, ni ningún techo. Algunas están tapiadas, otras ni siquiera eso. La puerta principal está cerrada al paso con unas tablas destartaladas. Musgo y plantas salen por las rendijas buscando unos rayos de sol para vivir, llenan de verdín las escaleras que hace años que nadie pisa. Un cartel de Se Vende, arrugado y abandonado cae a un lado de las escaleras principales. Escucho a Jamie sorber por la nariz, casi escuchando como su corazón se quiebra en pedazos.


-Mi padre...- Comienza con voz ahogada y rota. Carraspea para devolverle algo de claridad.- Mi padre construyó Lallybroch, ¿sabes? Su sangre y sudor está impregnado en cada una de estas piedras.- Vuelve a callarse, y se lleva una mano al pecho.


Mira de nuevo a su alrededor, aún incrédulo, con infinito dolor. Restos de maquinaria agrícola añosa y oxidada se encuentran abandonada en la entrada.

A pesar de su estado, puedo imaginarme el esplendor que alguna vez tuvo. Las risas de Jamie y sus hermanos de pequeños y los correteos de sus sobrinos, regañados cariñosamente por su madre para que tengan cuidado.

Con dificultad por el mal estado del terreno, camino hacia las escaleras de piedra principales. Las tablas que tapian la puerta están partidas por algunas partes, y sólo se ve oscuridad en el interior. Un candado oxidado es toda la protección que le queda a este sitio, y un cartel mugriento de Prohibido el paso. Agradezco por lo menos que no haya pintarrajeadas de graffitis en la fachada.

Me siento en los escalones, contemplando hacia el arco de la entrada. Y por un momento, veo al Jamie del pasado bajo la arcada, mirándome fijamente con majestuosidad: su kilt de tonos verdes, su camisa, su chaleco, sus botas oscuras hasta la rodilla, su cinturón con el puñal y su espada bajo su mano derecha. El vaho de su aliento se mezcla con la niebla.(*)

Cuando pestañeo con rapidez para apartar las lágrimas que se agolpan en mis ojos, la imagen de mi imaginación se difumina por la real: Jamie en jersey, vaqueros y botas de cordones mirando las ruinas de su hogar desde la entrada.

Arrastra los pies, cabizbajo, hasta donde me encuentro, y me tiende la mano para ayudarme a levantarme.


-Desde el primer momento que te vi, pensé que tú y yo pertenecíamos aquí, juntos. Pero me temo que ya no tengo un hogar que ofrecerte.- Murmura abatido.


Una nube negra y pesada se encuentra sobre sus hombros, todo el peso del mundo lo aplasta contra el suelo, y sigue así cuando llegamos a casa.

No quiere cenar nada y se mete en cama, a oscuras. Poco después me deslizo bajo las mantas junto a él y lo abrazo con fuerza. Lo siento temblar bajo mis brazos y sus manos, por primera vez, están frías. Acaricio con mi nariz bajo el nacimiento de su pelo, en su nuca, aspirando su aroma, y beso el punto entre sus omóplatos. Desearía saber cómo hacerle sentir mejor, pero no sé cómo, y sé que es otro duelo que tiene que trabajar.


- Then let amorous kisses dwell
On our lips, begin and tell
A Thousand, and a Hundred, score
an Hundred, and a Thousand more,
Till another Thousand smother
That, and that wipe off another.
- Murmuro acariciando con sutileza sus labios.

- Thus at last when we have numbered
Many a Thousand, many a Hundred;
Wee'l confound the reckoning quite,
And lose our selves in wild delight:
While our joyes so multiply,
As shall mocke the envious eye.
- Continúa los versos con voz silenciosa. Lo siento sonreír tenuemente bajo las puntas de mis dedos.- ¿Cuándo te has aprendido la versión inglesa del poema de Catulo Da Mi Basia Mille?

-Bueno... yo también estudié a Richard Crashaw en su momento. Y sabía que era tu poema favorito...- Me besa con suavidad.

-Taing.- Susurra antes de abrazarme con fuerza.- Mo aingeal...- Suspira acunándome entre sus brazos.

*Taing: Gracias (Gaélico

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*Taing: Gracias (Gaélico.)

*Mo aingeal...: Mi ángel... (Gaélico).

(*)

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FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora