-Está evolucionando genial, antes de darte cuenta tendrás solo una pequeña cicatriz.- Termino de tapar la herida con esparadrapo y miro a Jamie con los brazos en jarras.- Y ahora, nada de movimientos bruscos que puedan abrirla, ¡hazme caso de una santa vez por lo menos hasta que cicatrice!- Ordeno autoritaria. Jamie esboza una sonrisa de niño bueno pero sus ojos grises son juguetones.
-No puedo prometer nada, mo ceann dearg.
-¿Qué significa? Ya me lo dijiste la otra vez pero sigo sin entenderlo...-Él mira para otro lado, haciéndose el desentendido.- Escúchame bien, si me andas insultando ten al menos el valor de decírmelo en inglés, aunque me parece tremendamente desconsiderado que me insultes teniendo en cuenta las circunstancias...
-No es un insulto- Me interrumpe Jamie ofendido.
-¿Entonces podrías tener la decencia de traducirme qué cojones me estás llamando?
-Menuda boquita de bucanero con apariencia de fruto silvestre...
-Andarte por las ramas con metáforas no te va a salvar de...-Ahora es el timbre de casa insistente el que me interrumpe. Parece que las metáforas no, pero sí que se salva por la campana...- Voy a ver quién es, pero esta conversación aún no ha terminado.- Le aviso señalándolo con el dedo.
Abro la puerta, por primera vez, sin antes usar la mirilla y me arrepiento al instante. Sin llegar a abrir completamente, casi me como la puerta cuando la tromba entra en mi casa.
-¡ENYA EVERDEEN, ESTA VEZ NO TE LIBRARÁS DE MI!- Exclama Ebony yendo hacia mi salón con un objetivo fijo. Si no hubiera estado tan ofuscada, probablemente me habría visto detrás de la puerta. Cuando intento cerrarla, amasándome la frente donde seguro mañana tendré un chichón, la puerta vuelve a golpearme.
-¡ESPERA, CAMARADA!- La sigue Thomas tirando por el aire. Ahora la que duele es mi nariz. Suelto un improperio. Otro que tampoco me ha visto.
-ENYA, LA PUTA MADRE, ¿DÓNDE ESTÁS? ¡NO TE ESCONDAS!- Berrea Ebony desde mi salón.
-¡ESTOY AQUÍ, JODER, AQUÍ! ¡Dejad de berrear como verduleras!- Cierro con un portazo y me presento allí agarrándome el tabique, intentando notar si está roto o no. Afortunadamente no hay hemorragia ni ningún signo alarmante.- ¿QUÉ COJONES QUERÉIS PARA IRRUMPIR ASÍ EN MI CASA Y REVENTARME LA CARA DE UN PORTAZO? – Mi enfado parece aplacarlos un poco.
-Que...queríamos hablar contigo... Tenemos una conversación pendiente desde hace semanas y estamos hartos de que nos des largas...- Contesta Thomas conciliador. Suspiro.
-¿Queréis un té?- Ambos se miran entre sí antes de asentir.
Voy a la cocina a prepararlo contando mis respiraciones para aplacar mi enfado. Malditos locos. Porque son mis amigos de toda la vida que si no... Unas manos fuertes me agarran por los hombros y me dan la vuelta.
-¿¡Estás bien!? ¿¡Qué ha sido eso!?- Susurra Jamie frenético mirándome de arriba abajo. Se para en mis pequeños golpes y frunce el ceño, sus ojos llameando con furia y determinación. Veo relucir el puñal en su mano y cómo se dispone a ir al salón.
-¡Jamie, por el amor de Dios, suelta eso!- Exclamo con un grito ahogado.- Son los locos de mis amigos, que algo no les funciona bien en la azotea. Deja ese puñal y espera a que te llame, aún no les he dicho que estás aquí y no sé cómo van a reaccionar. -No parece muy convencido, pero se sienta en la pequeña mesa de la cocina, dándole vueltas al puñal. Suspiro y llevo el té.
Ya sentados y con nuestras tazas en la mano, nos miramos de hito en hito.
-Creo que ahora es un buen momento para pedir perdón por irrumpir de esa forma aquí.
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FOREIGNER. // COMPLETA (OUTLANDER)
FantasiaEnya Everdeen trabaja como enfermera en el Raigmore Hospital en Inverness (Escocia) cuando una noche llega a urgencias un hombre inconsciente y malherido, con ropas del siglo XVIII y, según los técnicos de ambulancia, hablando en un lenguaje extraño...