-Càit a bheil mi?- Escucho, todavía medio dormida, que susurra Jamie.- ¿Dónde estoy?- Traduce un poco más alto. El chute de adrenalina que todavía sigue pululando por mi sistema hace que me levante como un resorte.
-Dios, Jamie, ¿cómo te encuentras?- Comienzo a revolotear ansiosa a su alrededor, tocándole el rostro para asegurarme de que no es un sueño.- Estás en el Raigmore, ¿recuerdas lo que pasó?- El suero está casi acabado, así que aprovecho para cerrar el sistema.
-Sí.- Responde seco, mientras le tomo las constantes.
La tensión se puede cortar con un cuchillo, así que supongo que está enfadado conmigo, con razón. Levanto la sábana para comprobar el vendaje, que está limpio, y vuelvo a palparle el pulso al nivel del tobillo. Suspiro con alivio cuando el pulso se nota fuerte y el pie está cálido.
-¿Te duele mucho?
-Las he pasado peores.- Masculla.
-En una escala del 0 al 10, siendo 0 nada de dolor y 10 un dolor insoportable, ¿qué número le darías?- Bufa.
-¿Acaso importa?
-Si no importase no te lo preguntaría, ¿necesitas calmantes?
-He vivido y viviré sin calmantes, gracias.- Es su única contestación, borde. Suspiro y me muerdo el labio, intentando encontrar las palabras. Me siento en el borde de la camilla y cojo su mano.
-Lo siento mucho, todo esto es culpa mía...
-Sí, lo es.- Me acusa, y sus palabras escuecen.
-Lo siento, Jamie... jamás pensé que terminaría así...
-¿Así cómo? ¿Conmigo herido? ¿Contigo muerta si no hubiese llegado a tiempo? Me prometiste que te mantendrías a salvo, Enya... Casi me vuelvo loco cuando veo que pasan las horas y no apareces. ¿Tienes idea de todo lo que se me pasó por la cabeza? ¿El terror que pasé? Cuando te vi allí, ¿el pensar que no había llegado a tiempo? Mi maldita herida es lo de menos...
-Te podrías haber desangrado...
-Y, después de todo, te pones en el medio de ambos.- Termina dolido, ignorándome.- Después de saber todo lo que han hecho, lo que te podrían haber hecho, luchas contra mí.
-Jamie, hice un juramento cuando me dediqué a salvar vidas. Primum non nocere. Lo primero es no hacer daño. Y nunca juzgar a la persona que tengo delante a la hora de salvarla.
-Tú hiciste ese juramento, no yo. No entiendes que ellos no se rigen por las reglas de este siglo, así que yo debo regirme por las de mi época, si no, esto nunca terminará. Lo que no pareces entender, ni muchos de tu siglo, es que hay males que deben ser cortados de raíz, que a veces, debe prevalecer el bien común.
-¿El fin justifica los medios?- Respondo con sorna.- ¿Serás entonces juez, jurado y verdugo?
-¿Crees que la cárcel para esos ingleses será un castigo? ¡Vivirán mejor que libres en su época! ¡Comida, calor y techo asegurados! ¿Libertad? ¿De qué libertad gozan ahora en realidad? Eso sin contar que se las arreglarán para escapar. No pensamos igual que vosotros, tenemos mucho menos que perder, nacemos y vivimos con la idea de que cada día es el último.
-Nunca podrás convencerme de que la pena de muerte es la solución.
-No te intento convencer de nada, y mucho menos sobre la pena capital. Intento que entiendas la supervivencia.- Niego con la cabeza y él responde con un gemido de hastío.
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FOREIGNER. // COMPLETA (OUTLANDER)
FantasyEnya Everdeen trabaja como enfermera en el Raigmore Hospital en Inverness (Escocia) cuando una noche llega a urgencias un hombre inconsciente y malherido, con ropas del siglo XVIII y, según los técnicos de ambulancia, hablando en un lenguaje extraño...