Enya Everdeen trabaja como enfermera en el Raigmore Hospital en Inverness (Escocia) cuando una noche llega a urgencias un hombre inconsciente y malherido, con ropas del siglo XVIII y, según los técnicos de ambulancia, hablando en un lenguaje extraño...
-Escupidlo ya.- Suelto a bocajarro poniendo el té sobre la mesita del salón.- ¿Es Jamie la razón por la cual venís aquí mucho más a menudo? Y es más, ¿los dos juntitos como siameses?- Thomas y Ebony se miran entre sí para luego mirarme a mí con carita de corderos degollados.
-Si siempre nos dices que se tienen que alinear los astros para que nos veas el pelo... ¿y ahora que te hacemos caso te quejas? ¡Ay, Enya, no hay quien te contente!- Sale por la tangente mi amigo. Los miro con expresión de "¿Acaso me ves la cara de idiota?" y me siento en mi sillón favorito con un bufido. - ¿Donde está Jamie, por cierto?- No tarda mucho en vérsele el plumero.
-Fue a dar un paseo.- Refunfuño.
-Perfecto, aprovechemos para lo importante.- Dice Ebony, a la que solo le falta frotarse las manos con fruición.- ¿Cómo te trata? ¿Qué tal besa? ¿CÓMO CALZA?
-Solo somos amigos, Ebony. Os lo he dicho hasta la saciedad.- Suspiro y hago caso omiso de la última guarrada de mi amiga.
-Venga ya, Enya, estás tan colada que sólo te falta poner en tu diario "Sra de Fraser".- Lady Broch Tuarach en todo caso pienso para mis adentros mientras pongo los ojos en blanco.
- Feasgar math a todos- Saluda Jamie asomando solo su cabeza- Voy a asearme un momento y ahora os acompaño.
El club de fans de Jamie formado por mis amigos de la infacia lo saludan con grandes sonrisas y litros de babas figuradas. Con su curiosidad ya saciada, deciden hacerme el honor de darme tranquilidad y tomarse su té tranquilos mientras hablamos de temas menos peliagudos, pero la paz no dura mucho...
- Tha mi duilich, Enya, sé que me has explicado como funciona el limpiador de dientes móvil, pero por más que le doy, no consigo encajar el cabezal, y juraría que esto antes no se movía tan fuerte...- Al ver lo que porta el highlander en la mano, somos nosotros los que casi no conseguimos encajar los ojos en nuestras cuencas.
- Chan fhaodadh sin a bhith...- Murmuro en shock.
-Pero... ¡¡¡¡si es Brr-Brr!!!!- Exclama mi amiga al borde de la histeria- El nombre se lo puso Thomas, yo quería llamarlo El gran cimbrel en honor a la obra maestra de Scott Fitzgerald, pero no me dejó. Se lo regalamos a Enya por su cumpleaños, temíamos que lo hubiera tirado. ¿Cómo lo has encontrado?
-Estaba en un cajón del baño...- Contesta, sin entender nada.- ¿Qué es tan gracioso?- Los dos compinches empiezan a descojonarse.
-¡Madre mía, Jamie, no sé de qué siglo vienes para no saber qué es eso, pero es un vibrador!
-¿Un qué?
-Un aparatito muy potente y funcional para que las mujeres disfruten mucho solas.- Y comienza a hacerle una demostración con mímica dantesca. Jamie parece a punto de tener una lipotimia.
-Ebony, cómete un scone.- Le ordeno, con voz grave y mortificada.
-Pero ya me comí uno y estoy a dieta...
-PUES CÓMETE DOS.
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