[JAMIE]
Era bien entrada la madrugada cuando nos llevó Morfeo, abrazados, solo separados por nuestras prendas de dormir. Desde que la deposité en el lecho desde mis brazos, nos dedicamos a descubrir durante las primeras horas del nuevo año las sensaciones que provocan el roce de nuestras pieles y bocas.
La urgencia carnal anterior había pasado, aunque el deseo seguía latente, pero sucumbimos al anhelo de aprehender nuestros cuerpos castamente. Sentir cómo la conexión entre ambos se fortalecía, cómo no hacían falta palabras para decirnos todo. Solo iluminados por los farolillos que tenía Enya en la pared coronando su cama.
Los primeros rayos de sol del 2016 me despiertan, y el pecho se me hincha de felicidad cuando mo ceann dearg entre mis brazos es lo primero que veo al abrir los ojos.
Sé que estoy enamorado porque, aunque nunca me interesó especialmente el arte, desearía saber pintar para poder dibujar los contornos de su rostro, de intentar captar sus labios carnosos entreabiertos, de cumplir el deseo de mis dedos, que picaban ansiosos por poder hacerlo. Daría todo por saber la respuesta a todas las preguntas que pudieran surgirle en la vida; por ser pirata, marino, poeta, músico, cocinero, inventor, sanador, perfecto... solo para ella.
Por un lado, cambiaría todo lo que poseo para poder viajar en el tiempo de nuevo y a mi antojo y salvarla de mí mismo, pues algo muy hondo dentro de mí me decía que yo podía dañarla más que nada en el mundo. Y me temo que lo haré. Pero mi parte egoísta no puede dejar de pensar en que preferiría vivir 300 años de purgatorio con tal de poder verla, tocarla y besarla durante un minuto más; que volvería a pasar por esto una y mil veces solo por el hecho de haberla conocido.
Ella abre sus ojos de ninfa interrumpiendo mi diatriba mental. El sol incide en ellos y se ven del color de la miel con un pequeño toque verde del bosque. Me sonríe somnolienta, me besa con dulzura y me abraza fuertemente, aspirando mi cuello. Estoy aspirando el aroma a lilas que emana su cabello cuando la siento temblar y sollozar y a mi pecho volverse húmedo.
- A ghràidh, ¿¡qué ocurre!?- Pregunto alarmado cogiéndola de los hombros y separándola de mí para ver su rostro.
-Yo... solo...- Hipa.- Es que... estoy tan feliz, y me siento tan afortunada...
-¿Entonces por qué te disgustas?
-Porque... porque hacía tanto que no me sentía así... Y el saber que tiene una fecha marcada de caducidad sólo hace que todo se empañe de angustia...- Solloza mientras quito sus lágrimas con mis pulgares con toda la delicadeza que me permiten mis manos de granjero, enormes sobre sus mejillas. Su congoja no disminuye, ha vuelto a entrar en su bucle devorada por su miedo.- Y siento que merecerá la pena, al menos para mí. Pero no lo sé para ti. Y esta angustia me hace dudar de si hice lo correcto y lo odio porque empaña el poco tiempo que tenemos juntos y...- Diatriba entre hipidos.
Cojo su barbilla y levanto su rostro hacia mí.
-Mírame, Enya. Dìt, mírame! - Exijo desesperado.
Obstinada, sigue sin obedecerme, así que la siento en la cama y me arrodillo frente a ella. Alargo un brazo y saco mi puñal de debajo de la cama y me apunto el corazón con él. Ella se horroriza y se queda sin aliento, agarrándose el pecho, pues teme lanzarse hacia mí para arrancármelo y sin querer clavármelo en el forcejeo. Mirándola fijamente, pongo la empuñadura contra mi frente y miro al suelo, en sumisión.
-Juro por la cruz de mi señor Jesucristo y por el hierro sagrado que sostengo, que te seré fiel y te deberé lealtad.- Pongo la punta filosa contra mi corazón y la miro a los ojos, dándole todo el poder sobre mí.- Si alguna vez me alzo en rebeldía contra ti, que este hierro sagrado atraviese mi corazón.- Mis ojos vuelven al suelo, en sumisión, y la empuñadura queda en su poder. Pasan los segundos dolorosamente, sólo escucho su hiperventilación, mas no se mueve. Mis ojos se encuentran con los suyos y siento que pierdo la esperanza.- ¿No es suficiente? He realizado el juramento sagrado que se hace ante un clan, me negué a hacerlo ante el clan Mackenzie, mas me entrego completamente a ti, pase lo que pase, en el siglo XXI o en el XVIII. Por más que me duela, por más sufrimiento que me traiga, porque si me dieran la opción de no haberte conocido, la rechazaría.- Trago saliva y enfundo el puñal al ver que ella solo sigue mirándome fijamente.- No te voy a juzgar ni a culpar porque no me ames de la misma forma.- Y ahora soy yo el que está lleno de angustia.- Dime qué puedo hacer para no provocarte más dolor.- Pido con un nudo en mi garganta. Coge aire y cierro los ojos, preparándome para el golpe. Pero solo siento su mano sobre mi corazón.
- Tha mo ghion ort, James Alexander Malcom Mackenzie Fraser. Y puedo sentir todas estas debilidades y miedos y hasta dudas de si estoy haciendo lo mejor, pero jamás vacilaré en lo que siento por ti.- Me besa con fuerza, sus labios están suaves y febriles por sus lágrimas. Y siento mis mejillas mojadas de alivio. Mas para de repente y me encañona con su mirada enfadada. Coge mi puñal y lo lanza lejos antes de cogerme con fuerza la mandíbula para que no me aparte de su escrutinio.- Y nunca, JAMÁS -Enfatiza- vuelvas a apuntarte el pecho con un arma enfrente de mí, ¿¡entendido!?- Sonrío y asiento. Ella bufa y vuelve a besarme. Pongo su mano sobre mi corazón y la mía sobre el suyo y me aparto de su boca, contemplándola con adoración.
-Esto, es lo que tenemos. Y es lo más increíble que nunca he sentido. ¿Lo percibes tú también?- Asiente embelesada. Acaricio su mejilla con la mano que me queda libre.- Jamás me he sentido tan dichoso, jamás he sido tan feliz como cuando estoy contigo. Nunca he sentido muchas de estas cosas... Y si mi castigo es perderte, te perderé. Lo asumiré. Pero, por favor, déjame disfrutarte mientras estés conmigo. No quiero verte y padecer por no tenerte. Si el destino ha de separar nuestros caminos, que así sea, mas mientras pueda besarte, mirarte y quererte, te besaré, miraré y querré. Y cuando ya no estés conmigo y piense en ti, quiero cerrar los ojos y sonreír al hacerlo.- Comienza a temblar de nuevo y a negar desesperada.
-Jesus Eleanor Roosevelt Christ, Jamie...- murmura. Mi voz se vuelve demandante.
-Finalmente te tengo, Enya. Y cada segundo que tenemos juntos es una bendición que nunca pensé que tendría.
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FOREIGNER. // COMPLETA (OUTLANDER)
خيال (فانتازيا)Enya Everdeen trabaja como enfermera en el Raigmore Hospital en Inverness (Escocia) cuando una noche llega a urgencias un hombre inconsciente y malherido, con ropas del siglo XVIII y, según los técnicos de ambulancia, hablando en un lenguaje extraño...