XXIII - Soy ciega, pero las demás no

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Jamie ya lleva trabajando casi 15 días en la granja del Sr McDowell. A pesar de mis reticencias iniciales, admito que Jamie tenía razón: se le ve más contento, menos aburrido y un poco más como si volviera a ser él, como si hubiera encontrado una conexión entre el Jamie Fraser que debe aparentar ser en el siglo XXI y el Jamie Fraser que es realmente en el siglo XVIII.

Los primeros días fueron complicados pues tenía que coger un tren de cercanías y un bus para llegar desde mi piso al cottage: demasiados horarios, paradas, distracciones... en resumen, todo demasiado futurista. Pero haciendo gala de su resiliencia, lo consiguió, y ahora acude a trabajar sin mayor problema.

Hemos acoplado nuestros horarios lo mejor que hemos podido, ahora nuestras conversaciones también tratan sobre su vida en la granja presente y pasada; la vez que hablé con su "capataz" por teléfono, me habló maravillas sobre "ese joven que trabaja a la vieja usanza, ya no se encuentran hoy en día". Y, por mucho que intentara recordarme la realidad de la situación y sobre todo su temporalidad, la verdad es que parecíamos cada vez más una pareja conviviente con miras al futuro.


Jamie esta cocinando la cena cuando llego del turno de tarde. Le he obligado desde el primer momento a ayudar en casa por varios motivos: 1) es mi casa y son mis normas, 2) estamos en el siglo XXI, 3)me lo agradecerá en el futuro. No sabe cocinar cosas muy elaboradas, a veces prepara viandas muy rudimentarias y todavía se pelea algo con los electrodomésticos, pero aprecio su esfuerzo.

Conversamos ya delante del plato sobre nuestro día: anécdotas del turno, cómo va la doma de la potrilla -tiene muy buena mano con los caballos y se dedicó a eso toda su vida-, y lo que piensa ayudar a plantar al Sr McDowell en cuanto pase el invierno.


-Hoy he conocido a la nieta del Sr McDowell.- Comenta. La comida de repente se me hace bola en el esófago y tengo que obligarme a tragar con fuerza.

-¿Y cómo está Sophie?- Pregunto con retintín mal disimulado.

-Pues... parecía saludable y con buena presencia.- Rechino los dientes porque eso me suena a piropo del siglo XVIII.- Su abuelo estaba sorprendido de verla, dijo que hacía mucho tiempo que no iba a visitarlo y que no había avisado como otras veces.

-Vive en Glasgow, hasta lo último que sé, con sus padres. Nunca le ha gustado mucho el campo y no visita a sus abuelos a menudo.

-Para ser sincero, parecía más interesada en hablar conmigo que con su abuelo...- Rabiosa y celosa, corto la carne con más fuerza de la necesaria haciendo que el cuchillo chirríe contra el plato. Jamie alza las cejas mientras observa como destrozo la pieza.- Aunque parece ser que su abuelo ya le había hablado de mí cuando hablaron la última vez por teléfono.- Me temo que ya sé el motivo de la visita...- Luego me habló también algo sobre si me gustaba el nuevo tono de rubio de su cabello y se quejó de como se hundían sus zapatos de tacón en la tierra.


Puse los ojos en blanco. Aunque pareciera imposible, Sophie se había vuelto más estúpida con los años. La verdad, con lo encantadores que eran sus abuelos, no sabía de dónde le habían salido esos genes a su nieta.

Era un año más mayor que yo y hasta los 10 años que montó un escándalo delante del coche de sus padres y los hizo volver a Glasgow con ella, se quedaba cada verano un mes con sus abuelos. Y como odiaba todo lo que tuviera que ver con el campo, venía a divertirse haciéndome la vida imposible con su snobismo. Incluso después de que su abuela muriera, las visitas a su abuelo no aumentaron aunque él la quería y la necesitaba con locura.

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora