XLVI - El cumpleaños de Jamie

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Hoy me levanto más temprano de lo habitual, aprovechando que Jamie está en su paseo matutino, uso mi soledad para sacar del escondite la sorpresa. Y es que hoy es uno de mayo, el cumpleaños número 26 de Jamie.

Acabo con el tiempo justo antes de escuchar la puerta abrirse, y me escondo tras la pared de la cocina, agachada para que la encimera me tape. Lo primero que hace él, como cada mañana, es ir a ver si sigo dormida y darme los buenos días con un beso, pero la primera sorpresa se la lleva al ver la cama vacía.


-¿Enya?- Escucho como llama por mí desde la habitación.- ¿Enya, dónde estás?- Mira en el baño y después, con el ceño fruncido de preocupación, se sienta en el sofá (no hay muchos sitios donde mirar, y desde luego no espera que esté agachada en la cocina). Su pie repiquetea con nerviosismo.


Tan sigilosa que hasta me sorprendo, enciendo las velas de su tarta y me acerco a él por detrás mientras le canto el cumpleaños feliz.

Su expresión pasa de la sorpresa a la confusión, pero aun así me sonríe. Me arrodillo frente a él poniendo la tarta a su altura mientras canto los últimos versos. Cuando la melodía termina, se queda mirándome sin saber qué hacer.


-Pide un deseo y sopla las velas.- Le explico.

Alza los hombros y asiente antes de cerrar los ojos durante unos instantes y soplar. Tarareo un "¡Bieeen!" y aplaudo con los pies como puedo pues las manos las tengo ocupadas.


- Co-là breith sona dhut, mo ghràidh- Le deseo feliz cumpleaños antes de besarlo con dulzura.- Espero que te guste la tarta de chocolate, porque la verdad, no tenía ni idea de cuál es tu sabor favorito.

-No he probado nada parecido nunca, la verdad.- Se excusa.- Pero parece deliciosa. ¿Has escrito tú esa melodía?- Río.

-Es una canción tradicional, amor. Pensé que en el siglo XVIII los cumpleaños eran parecidos.- Hago una mueca nerviosa.- ¡Voy a por tu regalo!- Me levanto emocionada de un salto.- Bueno, la primera parte. He pensado que podríamos hacer un picnic en el parque, dado que hoy ha salido el sol, para variar.- Explico mientras corro hacia la habitación y traigo el presente envuelto.


Sé que es la primera vez que ve y recibe un regalo a lo siglo XXI, así que lo abre emocionado.

Abre el papel de regalo dolorosamente lento, como si el propio envoltorio fuese ya un regalo en sí.
El presente es mi foto favorita, en papel fotográfico y plastificada, para que las inclemencias del siglo XVIII no la estropeen con el paso del tiempo.

La fotografía es una de las que nos sacó Ebony el día del festival celta: ambos de lado, mi espalda pegada a su pecho y envuelta amorosa y delicadamente con los colores de su clan, un brazo cálido y protector, rodeada por su kilt y sus brazos, como en nuestra noche de bodas. Su mejilla está pegada a la mía y nuestros ojos lo dicen todo.  (*)

Rápidamente la guarda en su morral, y avergonzado, veo desde atrás como seca con furia una lágrima escapista.
Vuelve junto a mí con los ojos aún húmedos y coge mis manos, besando uno a uno los nudillos.



-Gracias.- Susurra.
-¿Por esto? Es muy poca cosa...- Silencia mis labios con un dedo y me besa la frente.
-Por todo lo que me has dado.



Prueba el pastel con reticencia, sin saber bien lo que se va a encontrar (si no supiera que cocino bien, sería insultante), y cuando la esponjosidad del bizcocho y el sabor a chocolate inundan sus papilas, abre los ojos con sorpresa (reitero lo anterior) y comienza a devorar su gran trozo. Incluso repite.

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora