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Vemos pasar la vida de largo;

cigarro en una mano;

cerveza en la otra;

mientras buscamos alguien que nos entienda;

alguien que nos quiera,

que sepa espantar a nuestros demonios;

un cuerpo al que unirnos,

con el que nos sintamos vivos,

que su choque sea tan brutal,

que haga que nos olvidemos de todo lo malo.

Y hasta que lo encontramos,

intentamos llenar nuestro vacío

con cosas (y personas) efímeras,

con cariño a ratos,

con millones de momentos de placer.

Las sonrisas más bonitas,

realmente,

son las de las bocas más rotas,

las de las personas más vacías

y que más tienen que ofrecer.

Poesía y pipasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora