Sigo sintiendo las huellas que dejaron tus manos cuando acariciaban mi espalda,
las palabras que me susurrabas para que me quedase un ratito más acurrucada a tu lado,
tu risa clavada en mis oídos,
tus dedos navegando por mi cuerpo, hasta hacerme estallar de placer,
tu boca dejando un rastro de besos en cada palmo de mi piel.
Tengo bajo llave en mi memoria las primeras palabras que me dijiste,
la primera discusión, que acabó en abrazo,
el primer abrazo, que me reconstruyó entera,
los trozos de las promesas que un día hicimos,
tu primer adiós, que escondía un hasta pronto,
tus tequieros,
tus parasiempres,
el recuerdo de tu cara de niño bueno a la que era incapaz de decir que no a nada,
la zona exacta donde se encuentra cada uno de tus diecisiete lunares,
el último abrazo
y la última carrera hasta tu portal bajo la peor tormenta que he vivido jamás.
Creo que desde ese día no ha dejado de llover.
Y yo sólo quiero verte, y verte feliz, verte reír como cuando estabas a mi lado.
Con éso me conformo, porque sé que no voy a verte volver.
Me quedo en la esquina de siempre, esperando a que vuelvas,
pero si vuelves,
quédate.
Quédate para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Poesía y pipas
PoetryBienvenidos a lo más profundo de la jaula de grillos que es mi mente. Pasen y vean, soy un todo un desastre.