Cuando

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Cuando la llama esté apagándose,

darme cuenta de que eres el único que puede descongelarme después de este invierno.

Cuando tu esquiva sonrisa se aleje de mi boca,

volver a unir ambas,

y no separarlas más.

Cuando no encontremos razones por las que sonreír,

rabiarnos a cosquillas,
encendernos a mordiscos,
quemarnos a polvos.

Cuando lleguemos a 100,

seguir sumando,

y hacer de esto,

una suma interminable

(empezando por 4).

Cuando veamos que el fuego se apaga,

darle más vida,

porque como bien dicen,

una llama que arde con tanta fuerza,
no puede apagarse.

Poesía y pipasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora