Todo aquel que juega con fuego
tarde o temprano,
acaba quemándose,
y una vez que se quema
desea continuar ardiendo
eternamente.
Quizás el fuego que proyectamos
sea, en parte,
efímero,
o quizás,
esta vez,
se vuelva eterno.
Es como cuando no tienes más remedio
y quemas todas las fotos,
fotos que capturaron momentos
efímeros, y eternos,
fotos que por mucho que quemes
perdurarán en tu memoria.
Como cuando el viento se lleva las cenizas,
van a dar a cualquier lugar,
son libres,
indestructibles,
efímeras,
eternas
(como eramos nosotros
a nuestra manera).
Cuentan que las cenizas que ardieron con fuerza,
jamás llegan a apagarse,
y que donde hubo fuego,
quedan ganas de volver a arder.
Y es que, el secreto está ahí,
en las ganas,
en comerte el orgullo por una vez
y decir lo que sientes,
en abrazarle
(aunque lo odie),
en besarle hasta desgastar sus labios,
hasta curarlos con más besos,
en empañar los cristales del coche,
una vez,
y otra,
y cuando lleguemos a cien,
sumar otra,
y otra más.
Y así,
como el que no quiere la cosa,
como el que busca y no encuentra,
volvernos
efímeros
y eternos.
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Poesía y pipas
PoetryBienvenidos a lo más profundo de la jaula de grillos que es mi mente. Pasen y vean, soy un todo un desastre.