Pequeña mercenaria 2.

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Te quemas, te consumes viendo como los días del calendario pasan pero en tu vida sigue siendo todo igual, la misma mierda de siempre. Estás encerrada en una cárcel que tú misma has construido, y que ahora no eres capaz de derribar. Cada vez caes más y más bajo, y cuando piensas que llegas al fondo, algo te empuja y caes aun más abajo todavía. Parece que el pozo no tiene fin, que no hay escalera para subir, que no hay nada que te pueda ayudar a no seguir cayendo. Y realmente es así. Te destruyes a ti misma por no destruir a los demás, acabas contigo para no hacer daño a quienes quieres. Un porro, un botellín de cerveza y así eres feliz, otro más "¿qué más da?", piensas, "sigue así, otro más", responden tus demonios, para acallar los sentimientos de culpa, para terminar por destruirte del todo. Te están ganando la batalla, y es que si entras en esta guerra ya no tienes forma de salir. Arañazos por todo el cuerpo, muestra de desesperación. Una sonrisa falsa para que piensen que eres feliz, cuando realmente estás completamente hecha mierda. Buscas calor en cuerpos ajenos, porque el frío que provoca el vacío de tu corazón no lo llenan ni seiscientos trece litros del mejor vodka, porque es la única forma que tienes de sentirte llena, por así decirlo. Marca tras marca, beso tras beso, el vacío crece, el frío aumenta, y nada lo cura, nada lo puede curar. Los ideales más claros que tu nombre, eso siempre, es lo que te hace valer, es lo que te hace ser tú, es tu marca de identidad. Querías salir de aquí, volver a ser la que eras, y ahora, ahora que te has acomodado a la sensación de caer, nada te puede sacar, y aunque algo pudiera hacerlo, nada va a intentarlo. Acomódate la armadura, afila tu espada y sal a luchar. Suerte en la batalla, pequeña mercenaria, ojalá salgas ilesa.

Poesía y pipasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora